La escena era clara. Tras reunirse con los tres poderes del Estado, y salir de la reunión con dos los gobernadores de Brasil, y con millones en todo el país defendiendo la democracia Luis Ignacio Lula Da Silva, salía fortalecido, en una cama de hospital de Florida, la cara de Bolsonaro era no sólo la opuesta, sino que reflejaban el miedo de ser extraditado, al terminar enero para rendir cuentas a la justicia.
Lula va con todo. El Congreso aprobó la anulación de un mes de las atribuciones del gobierno de Brasilia que el habia ordenado; se analizará quienes financiaron la operación; se investigará al ejercito para saber que pasa con los militares retirados que apoyaban al amigo de Trump; e irá adelante fortalecido en sus proyectos..
Apoyo unánime en el extranjero, y la consolidación interna de sus seguidores y los que votaron a Bolsonaro, pero discrepan del intento contra la democracia.