Los celtas y los aztecas consideraban que el 28 de octubre se cerraba un ciclo. Era el final de un ciclo con máximo sol y el principio de la noche. Los celtas le llamaban Samhain , entre los aztecas, que tenían la tradición de envolver en un petate a su difunto y preparar una comida para que fuera al inframundo sin hambre., era el día que volvían sus muertos y se les preparaban un cena con todo aquello que quisiera el difunto en su visita anual
En Occidente se celebraba hoy el SAMHAIN entre los celtas(Irlanda, Escocia) desde hacía siglos, este día que quemaban todo, cerraban las tareas de cosecha y el día 1 de noviembre, era la fiesta de ellos.
En el Cristianismo, desde el Papa Gregorio IV en 835, cambiaron la fecha de homenaje a los difuntos que se celebraba en abril, al lógico cambio del 28 de de octubre,con el mismo sentido que los celtas, y se dejó el 1 de noviembre para los Santos Difuntos y 2 para el recuerdo de todos los muertos.
Al llegar a México, se hizo un sincretismo entre los español y lo azteca.
En el Reino Unido se convirtió Samhain en Halloween, y en el cristianismo en el día de los Santos Inocentes y Día de Muertos se fué transformando en Halloween.
En México se mantuvieron las costumbres indígenas que perduran,pero con el matiz indígena.La noche del 1 a 2 de noviembre, en Pátzcuaro, en Iztapalapa, es sagrado esa noche. Los indígenas, por poner el ejemplo de la Isla de Janitzio en medio del Lago de Pátzcuaro , adornan las tumbas de sus fallecidos con la flor de Cempasúchil, con el incienso arropando la tumba y a su alrededor, la viuda y la familia le han preparado un festín, con todo lo que el difunto que regresaría esa noche, le gustaba: el mezcal, los pollos con tortillas, los cigarrillos, los dulces indígenas.
Pronto prendió la fiesta de los sajones y por ellos celebramos Halloween
En México, el Día de Muertos es una fiesta nacional y se utiliza el enorme Zócalo para reproducir la fiesta indígena para extender aquel cementerios, inundándose de esa flores, amarillas, mientras desfilan por toda la ciudad de México, las calaveras y todos los símbolos propios de la cultura indígena.
En deferencia a esta fiesta mexicana, la mayor defensora de los pueblos originarios, incluso más que Andrés Manuel, lo es la Presidenta Claudia Sheinbaum, que suspendió sus actividades, mientras en Palacio tiene el altar indígena, esta vez dedicada “a las mujeres que nos dieron patria”.
Dos raíces profundas han acompañado siempre a Claudia Sheinbaum: EL SER MUJER y las raíces de los PUEBLOS ORIGINARIOS.