Mientras en Europa se sigue discutiendo si se atreven con las electricas, en México, donde Iberdrola tiene las puertas cerradas, ayer se le canceló la segunda concesión que tenía en Pesque, Nuevo León.
La anterior fue en Altamira, Tamaulipas. y además ha sido condenada al pago de 9,500 millones de pesos por venta ilegal de electricidad.