Desde siempre ha sido el guardián de Tenoxchtitlán, luego de la capital de la Nueva España y luego de la ciudad de México. A su lado como dos amantes inmortales la Mujer Dormida: desde hace cientos de miles de años el Popocatepetl y el Ixtlacihualt ha sido testigos de todo, en especial de su lado norte donde la vida transcurriría más acelerada y rápidamente. A sus 5,200 metros de altitud, el pueblo siempre los ha conocido como Don Goyo y la Mujer Dormida. Llevan su ritmo, como la naturaleza, tan distintos de lo de los humanos, pero ahí están.
En 1521, cuando Cortes iba hacia la gran capital del imperio Azteca, tuvieron que subir hacia los dos volcanes por que allí estaba el azufre necesario para las armas. En aquel lugar, un escritor, testigo de la Conquista de México, Bernal Díaz del Castillo, al ver abajo aquella enorme ciudad edificada sobre una enorme laguna, con canales perfectos y edificios únicos, en aquel azul y limpisimo aire, dijo sobre Tenoxchtitlán: ” Es superior a Venecia”, cuando esta ciudad mediterránea era la joya de la corona ene Europa.
Impasibles han estado allí vigilantes.
Pero cuando Don Goyo, empieza a moverse un poco y saca fumarolas de 3,000 metros de altura, se toman precauciones. “Las cenizas, es el riesgo” deciamos cuando esta autor gobernaba Iztacalco y aquella jornada de protección civil era para alertar a los vecinos, no de una erupción, pero si del daño por las cenizas negras, en el aire, en las aguas……
Los caminos para el desalojo de las laderas de ambos volcanes, siempre permanecen limpias y abiertas ante cualquier eventualidad.
Está hoy la alarma en nivel 2, no se prevé mayor problema, sobre todo por lo monitoreando que está, pero siempre pensé, en lo que un día podría pasar sobre aquella mancha urbana de hoy tiene más de 20 millones de habitantes