Nadie podía impedir la felicidad de ese día, pero, donde menos se lo esperó, en la Misa antes de ir al Capitolio, saltó la liebre. Desconcertado, miraba a Vance, cambiaba la mirada, cuando aquella obispa de Washington de 65 años, nombrada por Francisco en 2011,” pedía piedad para los emigrantes, buenas personas, los que cultivan nuestros campos, lavan en la noche los platos, personas respetadas en la comunidad y pedía piedad para no separar a los hijos de los padres y piedad para los Trans.”
Furioso el presidente de los Estados Unidos, que hablaba de sólo dos géneros hombres y mujeres y de los “emigrantes que se comían las mascotas y eran delincuentes” tuvo que aguantar la ceremonia y aquellas palabras.
Más tarde y hoy sería profundamente crítica contra “·esa mujer radical, que habla muy mal sin saber”,
Pero en Roma, Francisco se deleitaba de la sorpresa que le preparó a 8 kilómetros de distancia. El Concilio Vaticano II, sigue vivo, y recordaria a aquella mujer universitaria que cruza Washington en bicicleta cuándo y por la nombró Obispa.
Trump, debería saber que el próximo Cónclave para substituir, más temprano que tarde, al Papa Francisco, el 77 % de los obispos que elegirán a su sucesor LOS NOMBRÓ EL, como a Marianne Edgar Budde.
Enfrente a su proyecto tendrá de nuevo al CONCILIO VATICANO II.