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Rafael Fernández Tomás

Reflexiones de Belarmino

¡¡¡¡¡ ” BELARMINO TOMAS, UNO MAS DE LOS SIN NOMBRE “.. …(3) ” AQUELLA NOCHE JUGANDO TUTE “.

Aquella oche, después de la siesta, Belarmino se preparaba para ir al Centro Republicano Español en la ciudad de México a jugar al tute con sus amigos. Era el 13 de septiembre de 1950 y tenía 58 años.

Era su rutina diaria. Salir después del desayuno que le prepara Severina, en su sombrió apartamento de 60 metros cuadrados, en el centro de la ciudad, a vender alpargatas para vivir, en aquella empresa Donay S;:A, comoi se llamaba aquella empresa que le había ofrecido trabajo desde su llegada a la capital azteca, recorriendiendo aquelas calles llenas de cemento y a 2,200 metros sobre el nivel del mar, que eran ta distintas a aquellos verdes casi al nivel del mar de su querida Asturias.

Como cada vez que cruzaba, muy cerca de su apartamento, la avenida San Juan de Letrán, lo hacia con cautela. Nunca olvidaría como una noche el doctor Loredo Aparicio, acostumbrado a caminar leyendo cerca de la vía del tranvia en Madrid, aquella noche no midió bien el tranvía mexicana que no tenía las mismas dimensioes, y con gran congoja para todos sus amigos, termino su vida atropellado por aquel tranvía en esa transitada avenida.

Al llegar,como en los chigres de Asturias, pero en una salón mucho mayor, sus amigos le esperaban para jugar la partida de tute. Como siempre en la vida, él, dirigente natural, era el referente para empezar el juego.Con el brandy a su lado y su curtido rostro por 58 años que, desde los 8, habian sido de lucha diaria.

Belarmino jugaba cuando, de repente, el cuerpo le dió un aviso: un dolor intenso en el estomago y malestar general le hicieron parar y pidió a sus amigos lo llevasen a su apartamento.

Para que el se quejara, con todo lo que la vida le había reservado, algo no bueno estaba a la vista, por lo que se llamó a los tres hijos, para acompañarlo a él a Severina para saber el diagnostico del médico que habia sido llamado.

” Hay que esperar esta noche. Puede haber sido algo que haya comido que le sentó mal y al día siguiente volveré para diagnosticarle y ver el que hacer” dijo el doctor Fandiño.

Después del te que Severina le dió para que descansara y tratara de dormir en aquel deopartamento donde, en dos habitaciones, vivían él y con su esposa, enfrente Rafael, Pura y sus dos hijos, Rafael y Carlos y en el salón durmriendo sus otros dos hijos Urcesino y Agripino.

Los verdes, el negro y la mar pasaban repetidamente por su cabeza. Aquellos verdes, negros y el mar que lo habían acompañado desde aquel 29 de marzo de 1892, en que había nacido en la Villa de Lavandera en Gijón, hijo natural de Sandaio y Teresa, en aquella pequeña casa, la posada que frecuentaban los campesinos desesperados buscando trabajao, por la crisis del campo y el principio de la construcción de ferrocarriles para llevar el carbón y allí hacer las obras hacer un puerto y sacar al extranjero aquella riqueza:el carbón.

Escenas de su 58 años de vida tan intensa, de la vida de quien salió de la mano de su padre a los 8 años,sin comodidad alguna, más que el diario esfuerzo para sobrevivir al día siguiete, pasaban por su mente a lo largo de esa noche inquieta.

La mar, donde empezó a trabajar a los 8 años en El Musel con su padre, entrando por pequeños agujeros entre la piedra y el mar. Gijón donde pasaría los dós ultimo años de su vida en Asturias, los bombardeos de El Cerveea, la aviación alemana, el miedo y el valor; el subirse en 1937 a aquel pesquero Abascal, tras sus consejeros y que no sabía que dejaba su tierra querida para siempre , casualmente en aquel Musel de sus orígenes.

La noche pasaba, lenta, y las escenas se repetían. ¿ Y los guajes y sus hijos?, donde y como estarán recordando con aquella palabra que usaba apara con él su amigo, el gran Manuel LLaneza, que lo invitaba en 1910 a los Altos de San Emiliano entre Mieres y la Felguera, para crear el SOMA; ¿ y el 34 ?, ¿ donde qudó la Revolución de Octubre?, ¿y Oviedo ?

Eran destellos de su vida. De la vida de un hombre consecuente, proletario y luchador de toda su vida.

Por momentos, por encima de aquellos diversioso tonos de verde, aparecía el negro de la mina donde habia entrado a los 12 años, bajando al pozo. Aquella oscuridad, sintiendole que le faltaba el aire, arañado carbón a las etrañas de la mia un día si, y otro también, durante muchos años que nunca olvidaría.

Azaña, Prieto, Largo Caballero, Melquiades Alvarez, La Pasionaria, Lllaneza, Franco, López Ochoa, la muerte de Jesus IGlesias que le salvól a vida, pasaban por su mente entremezcladas, pero siempre teniendo como talón de fondo el verde, el negro y la mar.

La noche pasaba y el no podía conciliar el sueño.El dolor en el estomago poseguía, sobresaliendo de todos los dolores que la vida le había preparado,hasta que lo venció el cansancio.

Cuando amaneció llego el medico y viendo el panorama y la falta de mejoría pidió a la familia que lo trasladasen al Sanatorio Españok, donde morirían y nacerían otros miembrios de su familia, que el no lo sabría, sino que tenñia la necesidad que le pedía el cuerpo y que le quitasen aquel dolor y malestar.

“Quiero ver a los guajes”. Rafael, Carlos y Jorge fueron despertados muy temprano por Pura que, alarmada, les pedía que se vistieran de inmediato por que el abuelo estaba efermo y quería verlos, quien es un taxi saliron de imediato,quien los condujo por Diagonal de San Antonio hasta San JUan de Letran y por fin la calle de López.

Si el edificio era oscuro y estrecha su entrada, más oscuro se les hizo por aquel hecho. Al llegar, en el primer piso,la puerta del No.2 estaba abierta y el medico y los hijos indicaban que algo adaba mal. En un momento Pura les dice a sus hijos que pasaran a su cuertos por que el abuelo quería verlos.Con todo el amor que siempre tuvo en su vida hacia los demás, las lágrimas de sus ojos se humedecieron al abrazarlos a cada uno de ellos. La fuerza del abrazo y aquel beso, no les hizo pensar nunca que sería el último que podría darle al abuelo.Para ello, la muerte en aquel momento era algo impreciso, no para Pura, Rafael Luis ni Urcesino y Agripio que bien lo sabían,ya en la lucha, ya en la mina, ya en la guerra, ya en el exilio.

Cuando llegó la ambulancia y lo bajó, por las estrechas escaleras, los hijos mateían el llanto.Nunca habían visto a su padre apoyandose debil, en esa forma.

Cuando salió la ambulkacia hacia la calle de Ejercito Nacional donde se encontraba el Sanatorio, Pura debió de sentir lo de aquella mañana de octubre de 1934, cuando el padres se ofreciò a ir sólo a Oviedo a pactar con el general Lopez Ochoa y lo vió salir hacia la cueva del lobo de Oviedo, sin saber que,ella con 16 años, si iba a volverlo a ver con vida.

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