El Presidente Zapatero se soltó a hablar de economía. Cosa, por cierto, que últimamente prodiga. El hecho tuvo lugar en un foro de expertos que su partido tiene para elaborar el programa electoral. Dijo que la economía norteamericana, más en concreto, su modelo, no le gustaba. Achacó la crisis de las hipotecas «subprime» (de baja garantía, recuerden) al sistema neoconservador que allí se aplica. Denunció, y así lo reiteró, que era un mal sistema y, por supuesto, no el suyo. Bien, dejando de lado las cuestiones ideológicas, digamos, que, los males de nuestra economía, son bastante parecidos a los de la del tío Sam. Del billón (con “b”) de euros que tiene prestado la banca, más del 60 por ciento está en relación con el ladrillo. Por tanto, si la economía norteamericana depende en exceso de éste hasta hacerla entrar en crisis por un excesivo endeudamiento, a nosotros nos sucede lo mismo. Ha sido llegar el parón inmobiliario y darse una pérdida de confianza que ha arrastrado incluso a la bolsa. Por otra parte, otro de los males más allá del Atlántico estuvo en el desaforado consumo debido a una política de tipos de interés bajos. Mirémonos al ombligo, puesto que, nuestra economía, no ha crecido debido a un frenesí exportador, sino más bien consumista y que se ha resentido por la subida de tipos. Estamos, pues, hablando de los mismos problemas aunque con consecuencias (de momento) no tan acentuadas. No obstante, quiero recordarles una cosa: cuando la economía americana estornuda, las del resto del planeta cogen pulmonía. Pues bien, bueno sería saber cuál es el modelo que aplicará el señor Zapatero en el futuro porque, hasta ahora, ha llevado el modelo liberal europeo (el mismo que el Partido Popular) ce por be.