El Presidente Zapatero ha afirmado que, si gana y gobierna después de los comicios de marzo, devolverá 400 euros a cada contribuyente durante el mes de junio. Lo cual, en la práctica, significa una rebaja fiscal que permitirá al ciudadano tener un poco más de alivio en su economía. Sin embargo, ésta se presenta de una manera peculiar, puesto que, más bien, al igual que con el «cheque bebé», parece más una subvención que otra cosa. Y es que, fiscalmente hablando, los beneficios deben de seguir el criterio de la progresividad, es decir, que los mismos sean acordes con la renta del individuo. Si el mecanismo es que pagan más quienes más ganen a la hora de tributar, en cuestión de rebajas, debería de aplicarse también un sistema proporcional que permitiese que esa ayuda llegase a todos los niveles. Y es que, como afirmó el Presidente, para una renta media o alta el rebajarle 400 euros significa poco, en cambio, para las bajas, mucho. Pues bien, si se tratase de una verdadera merma en la presión fiscal la forma de actuar debería de ser en función de un porcentaje (mayor para las rentas más bajas, menor para las más altas) de rebaja en el impuesto. Lo único que se consigue con esta «tarifa plana» es saber exactamente el coste de la misma (5.000 millones de euros), porque, la verdad, sus efectos en la economía y el ahorro van a ser bastante limitados.