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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Por una vez.

Observo a un grupo de jubilados que están hablando de sus cosas. De repente, uno de ellos alza la voz. «A que no hay co…», dice. ¡Peligro! Estamos ante la frase que ha traído más desgracias al mundo. La que no deja indiferente a nadie y obliga a aceptar el reto para no quedar como un cobarde. En este caso, propone ir a tomar el vermú a León. Así, de golpe y porrazo. Por supuesto, no tienen otra cosa que hacer. Después de cumplir con su etapa laboral, la vida se ha vuelto para ellos muy laxa. Relajada a tope y sin ninguna obligación. Asegura que lo ha mirado por internet -sí, también la gente de más avanzada edad lo sabe manejar- y que el billete de tren sale por unos pocos euros. Es martes y en una franja horaria que no podemos considerar punta. El coste real del servicio lo paga el Estado, o sea, todos nosotros. El grupo se activa y decide quedar a una hora determinada en la estación. Han bastado cinco minutos y la alusión testicular para que surja un viaje de ocio espontáneo, sin ninguna necesidad. Desde luego, algo que no sucedería si este servicio no estuviese subvencionado a tope.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el ministro de Transporte, Óscar Puente. En una reciente entrevista radiofónica, dijo que el transporte público «no debe ganar usuarios por el precio del billete, sino dando más calidad, fiabilidad y frecuencia». Como digo, completamente de acuerdo. El actual «falso gratis» debe terminar. Ahora, ya no hay pandemias ni nada que justifique, por ejemplo, tener que pagar a esos señores el ágape en León. Es más, según Puente, el Gobierno central se plantea el fin de la gratuidad de los bonos de Media Distancia y Cercanías a partir del 31 de diciembre de este año. Lo cual dependerá de las negociaciones presupuestarias y muy probablemente ni siquiera salga adelante. Ya saben, alguien pondrá el grito en el cielo por no sé qué razón populista y seguiremos igual hasta que la bola de nieve nos aplaste. Recordemos que esta gratuidad suigéneris nos cuesta 1.440 millones de euros anuales. Mientras tanto, la fiesta del viaje sin coste aparente para el usuario continuará igual. Ojo, también a nivel municipal y autonómico ya que está subvencionado hasta el 50 por ciento por el Estado. Repito, por una vez, y sin que sirva de precedente, el ministro tiene razón.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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