El fin de semana (con permiso de Fernando Alonso, claro está) estuvo marcado por la detención de los dirigentes de la ilegal Batasuna. Ayer, el diario de cabecera del Gobierno, justificaba la operación judicial basándose en dos premisas. Primera, parece ser que los vínculos entre la organización política y el aparato militar se pretendían estrechar y segunda, según el criterio policial estaban ganando la batalla dentro de la propia organización el sector considerado como duro. Bien, desmenucemos la información. A mí me parece que uno de los grandes errores que cometió el Gobierno durante todo el proceso de paz, estuvo en pensar que la parte política mandaba sobre las pistolas. O sea, que el entorno de Batasuna controlaba a ETA cuando históricamente fue exactamente al revés. Siempre, la organización terrorista dictó el cómo, con quién y cuándo del proceso de paz. Miren si no cómo ésta le puso fin: volando un aparcamiento en Barajas. Por tanto, que ahora alguien piense que se van a estrechar aún más los lazos con ETA resulta cuando menos chocante, pues, a mi juicio, nunca los perdió. La segunda parte, o sea, lo del sector duro, tiene también su miga puesto que habría que preguntarse si dentro de todo ese mundo hay alguien blando. Desde luego, por lo visto hasta ahora, los, llamémoslos así, “blandos”, deben estar escondidos debajo de alguna piedra porque, la verdad, no ha habido ni una sola escisión en el bloque abertzale. Es más, todos sin exclusión aplaudieron un discurso que tenía como objetivo conseguir imposibles. Por tanto, si existe -insisto que aún está por demostrar- debe tener tanto miedo a que se lo lleven por delante que ni siquiera dice aquí estoy.