Esta mañana coincidí en Mareo con Víctor Doria, defensa central argentino entre 1974 y 1983. Como técnico fue el segundo de Ricardo Rezza en 1995, aunque los resultados sólo lo dejaron estar aquí seis meses. Pasa el fin de semana en Gijón y el domingo estará en el partido.

Doria fue un hombre de club, que se ganó el cariño de la afición. Su visita a Gijón se debe a un viaje a España por motivos futbolísticos, lo que aprovechó para acercarse desde Castellón, donde fue a ver a su compatriota Tabares. Ahora trabaja para el CAI Comodoro, el club de su ciudad, en la zona sur de Argentina, del que es el principal artífice.

En su última etapa de jugador, cuando ya habían dado el salto Maceda y Jiménez, el central de Comodoro Rivadavia quedó relegado a un segundo plano y figuraba como líder del equipo reserva, el que se utilizaba generalmente para los encuentros amistosos o los partidos de los miércoles. Era cuando la jornada de descanso se celebraba los lunes, que era el único día permitido de salida nocturna, con límite horario. En aquella época, era el método de los técnicos para dotar a los suplentes de más actividad, para tenerlos mejor preparados, con más intensidad y mejor dispuestos para alguna emergencia, ya que la formación que jugaba asiduamente se sabía de memoria. Boskov denominaba a este conjunto ‘El equipo de Doria´.

A Preciado le informaron ayer que el día 19 tiene que jugar un partido en Oviedo. Es el Trofeo Principado, compromiso adquirido por el Sporting con el Gobierno regional por los convenios publicitarios. Está claro que al Carlos Tartiere no va a ir el equipo titular del Sporting. El conjunto rojiblanco va a estar representado por lo que Boskov llamaría ‘El equipo de Doria’ y al que Preciado conoce como ‘el equipo de la Copa’, que, en este caso, hasta podría ir ‘reforzado’ por algunos jugadores del filial, casos de Alain, Lora y Carlos Álvarez, más acostumbrados a rivales de su categoría.

Es un partido que el cuadro técnico no tenía programado. Esta confrontación siempre se disputó en agosto, pero ahora da la sensación de que se cambió por motivos políticos. Que el señor Álvarez Areces entregue la copa al ganador en el feudo de don Gabino, en pleno San Mateo, tiene su morbo, sobre todo después de haber dejado claro que el club que más ayudas recibió del Principado es el Oviedo, quien hace cuatro años salvó su existencia, cuando su alcalde le dio la espalda y apostó por su desaparición, para potenciar al Astur.

El caso es que fue un placer saludar a Víctor Doria, que me trajo buenos recuerdos de tiempos pasados, que, dicho sea de paso, fueron mejores.