Las máquinas para la obra ya entraron en El Molinón. Bueno, sólo algunas. En teoría, va a quedarnos un campo nuevo. La realidad es otra. Va a hacerse una obra sobre una edificación caduca y obsoleta, cuyo resultado será un campo viejo con mejor cara para la galería.
Este es el producto de las ideas de nuestro querido Ayuntamiento, que acogerá en sus balcones la festividad del ascenso, si es que se logra tan anhelado objetivo. Ya me imagino a la señora alcaldesa entre el presidente, el entrenador y el primer capitán, al son del himno, con brindis y gritos de ¡Puxa Sporting!, con una fiesta que encajaría en la canción de Serrat.
Lo mejor de El Molinón va a seguir siendo el césped. También van a quedar bien los bajos que se acondicionarán para los locales comerciales de hostelería y un supermercado que ocupará el sitio en el que ahora se encuentran varias federaciones deportivas. El primer paso son los vestuarios y la denominada zona mixta, en la salida del estadio hacia el exterior. Se habla de recrecido de la grada Norte y de muchas cosas más, pero los proyectos no están aún concluidos. ¡Ah! también se habla de una piscina. Así podremos ir en bañador a ver el Villa de Gijón.
El presupuesto de esta fase es de ocho millones de euros, cantidad que parece ridícula para poner El Molinón como se merece, sin olvidar las estructuras de la grada Este, con un deterioro visible, con vigas al descubierto y oxidadas. A lo mejor es normal y no tiene la importancia que parece, pese a las alarmas que me cuentan personas vinculadas al mundo de la construcción.
La empresa Ruta de El Molinón, concesionaria de las obras, va a hacer su trabajo, pero el Ayuntamiento ha exigido muy poco. Vamos a seguir teniendo un campo viejo, aunque tal vez nos quiten algunas goteras y charcos, que bien podrían utilizarse para hacer publicidad del Acuario.
Creo que el Ayuntamiento ha querido quitarse de encima un problema. Porque El Molinón, tal y como está, es un problema. De momento, queda hipotecado para 40 años, tiempo de la concesión de los bajos que se explotarán comercialmente, cuando lo coherente era haber imitado los casos de Málaga o Cádiz, sin que ello signifique que no se puedan hacer concesiones de los bajos. Pero esta medida cuesta dinero y no creo que haya ingenio para buscar recursos. Al menos, no lo veo. Seguiremos resignados con la vieja instalación, pero de nuevo colores, para disfrutar sólo de lo que nos deparen los artistas sobre el terreno de juego.
Eso sí, en junio, si pasa lo que queremos, el balcón del Ayuntamiento estará a tope y todos nuestros ediles serán sportinguistas. Por lo menos, de insignia (me acuerdo del penoso pleno de Churruca). Y todos contentos. Bueno, casi todos, porque un sector del sportinguismo, creo que amplio, no traga con esta solución.
PD.: En mayo se cumple el centenario de El Molinón. Ni el Sporting, como inquilino, ni el Ayuntamiento, como propietario, han pensado alguna celebración. Bueno, una sí. La boutique del Sporting vende camisetas conmemorativas al módico precio de 15 euros.