Hace diez años, tal día como hoy, estaba en Santiago de Compostela. La única noticia que daban las emisoras era el trágico fallecimiento de Diana de Gales. Se inauguraba la Liga. Era el principio un desastre que no estaba previsto, pero por el que se habían hecho muchos méritos. El Sporting perdió 2-0 en el campo de un rival que era claro candidato al descenso. Las tornas cambiaron, porque el club que presidía don José se iba camino del pozo demasiado pronto.
Desde entonces podría escribirse una enciclopedia con todo lo ocurrido en la entidad gijonesa, pero lo que importa es el presente y la necesidad de subir cuanto antes. Este club no tiene viabilidad en Segunda. Es así de claro, como dijeron los mismísimos interventores concursales después de analizar las cuentas que quedan. El que no lo entienda es que no ve la realidad.
Diez años después, primera jornada, cuatro goles y victoria contundente. Viene ahora la segunda, que, aparentemente, pinta buena. En Las Palmas se vive con intranquilidad, como si la tensión por evitar el descenso hubiera empezado. Me da que el equipo de Preciado es mejor que el de Juanito. El caso es que parece que no se demasiada importancia a la necesidad de un segundo delantero. Tras la espantada de Congo llegó la imposibilidad de traer a Aganzo, que se fue con Uribe a un equipo en proceso concursal. Me gustaría que me explicara un juez cómo son los desarrollos de este tipo de leyes y ya me contará el entrenador gijonés sus cariños por el Sporting cuando siempre está metido en las negociaciones del club rojilblanco para arrebatarle jugadores.
La única posibilidad de refuerzos hasta enero es con jugadores que estén con la carta de libertad. Parece que Congo es el único, pero ya se sabe que el colombiano, que hubiera sido el refuerzo idóneo, no quiere al Sporting. Además, después de lo sucedido, muchas explicaciones habría que aclarar para que fuera aceptado en Gijón.
Ya sé que Luis Morán no es delantero centro específico, aunque jugó toda su vida en esa posición, hasta que Acebal lo llevó a la banda. Si Barral fuera siempre el de la primera jornada, no haría falta pensar en un delantero, lo mismo que si Karanka recuperase la alegría.
Pues, eso, que si hace diez años vivíamos el principio del desastre, en este otro uno de setiembre nos gustaría vivir el inicio de la recuperación. La misma que deseo al bueno de Bernardino Bernardo, que el miércoles pasará por el quirófano para arreglar una tubería desgastada. Se le pondrá una nueva y en Soria volveremos a verlo comiendo jamón. Le gusta el mismo que a Capello. O sea, del bueno. Como a todos.