Cuando escribía sobre los pecados capitales, consideré y descarté incluir la estupidez como uno de ellos. Al igual que la actividad sexual, natural y saludable en la intimidad, se convierte en indecencia y pornografía al ser exhibida en público, la estupidez es una condición natural, en absoluto achacable al que la padece. De hecho, Flaubert, por ejemplo, la consideraba beneficiosa y decía que para ser feliz había que ser estúpido, egoísta y tener buena salud, pero, si fallaba lo primero, no había nada que hacer. Es sólo su ostentación lo que la hace dañina y ofensiva, especialmente, cuando, como suele ser habitual, va acompañada de la ignorancia.

Actualmente, a raíz de algunas notorias ostentaciones de este tipo, numerosas personas han expresado su preocupación por la posibilidad de que se está sobrepasando la capacidad de España para albergar tontos. Preocupación que creo infundada porque este país admite una cantidad de tontos casi infinita, como ya ha demostrado reiteradamente, y porque no es cierto que ahora haya una mayor proporción de tontos que en tiempos pasados. Simplemente sucede que antes estaban pudorosamente escondidos y ahora no cesan de exhibir impúdicamente su estupidez e ignorancia en todos los foros públicos.

Varios factores han coadyuvado a esta ola de pornografía intelectual. Sucesivas leyes educativas se encargaron de desprestigiar el esfuerzo, la capacidad, el mérito y el conocimiento, haciendo creer a los alumnos que se puede afirmar que la tierra es plana con el mismo orgullo con el que Einstein enunció la Teoría de la Relatividad. Por otro lado, el prestigio social pasó de intelectuales y científicos a cantantes, deportistas y famoserío de pura jeta y muy pocos de estos se distinguen precisamente por su capacidad mental o cultural. Así, si alguien descubre el secreto de los viajes interestelares, la noticia saldrá en un cuadrito de la sección de cultura y, si alguien habla de “gallinas violadas”, saldrá en todas las primeras planas y pantallas del país. Si esto le divierte, sea feliz mientras dure, si no, tenga paciencia y desconecte, quizás pase.