Por Leticia Álvarez
La puerta de la casa de los McCann parece la de Jesulín de Ubrique en sus buenos tiempos. Y no tanto por el número de medios de comunicación que esperan noticias, sino por la cantidad de veces que los McCann entran y salen y siempre en coche. Primero ella; luego, él; luego ella con la gemela, él con el gemelo, el abogado de Pinochet, el portavoz… Me pregunto qué necesidad tienen de exponer tan públicamente a esos niños. Más aún cuando se supone que su hermana mayor sigue desaparecida.
Ambiciones: es el nombre del cortijo de Jesulín, pero en este pasmoso caso (me refiero al de Maddie) ya hay informaciones que especulan con que los McCann podrían moverse por oscuros fines. ¿Económicos? De momento han asegurado que el dinero recaudado para buscar a su hija no servirá para costear las minutas de sus abogados. Solo faltaba.
Culebrón: el drama de la pequeña niña británica va camino de convertirse en uno. Tiene todos los ingredientes: el suspense, una madre bella y fría, un padre protector, un misterioso peluche y ahora un diario.
Hay otro aspecto más: se está haciendo demasiado largo.