Por María de Álvaro:

Salir por Gijón está imposible. Salir por la noche, se entiende, a menos, claro, que uno (una en este caso) se pirre por las despedidas de solero, esa suerte de embrutecimiento colectivo en el que un sujeto paciente (el contrayente cualesquiera que sea su sexo) es disfrazado de algo ridículo mientras sus presuntos amigos (cualesquiera que sea su sexo) optan por un modelo a juego y le rodean por la calle mientras chillan, igual igual que hacían los indios de las pelis de vaqueros cuando ataban a alguien a un palo.
Pero, amigos, hay vida más allá de la noche. Hay tantas cosas que hacer que se me ocurren algunas sugerencias. Todas, claro, fuera de aquí, que es de lo que se trata.

1. Aprovechando los vuelos baratos se puede pasar el fin de semana en Alemania. Es un buen sitio, y no solo porque se esté celebrando la Fiesta de la Cerveza en Munich (salud, primo). Lo es porque si te arrancas con la cámara de fotos puedes volver loca a la Interpol mandándoles una ‘maddie’ detrás de otra. Allí todos los niños son rubios. También se puede, claro, ir a Marruecos, pero hay que tener más suerte. Como la de Albacete.

2. Gerona tampoco es mal plan. Sobre todo si uno es republicano. Ahora que se lleva meterse con el Rey. O más bien con sus aficiones, que lo de profundizar no nos gusta demasiado. Ahora que se abrió la veda y se dice ante un micrófono lo que toda la vida se dijo tomando un vino se puede uno liar la manta a la cabeza y quemar unas banderas. Que es muy guapo y muy civilizao.

3. Birmania es otra posibilidad, aunque el tema sea demasiado serio para incluirlo en esta lista de viernes tarde. Es eso y una vergüenza para esa cosa que se llama comunidad internacional y que son (¿somos?) cuatro. No hay petroleo por allí, ¿no? Vas a comparar un monje calvo con un buen pozo.

4. Está también Llanes, un plan más económico y, sobre todo, más cercano que nunca, después de que el Ministerio de Fomento nos haya anunciado que en 40 meses ¡40 meses! nos ejecutan (se dice así, parece) el primer tramo del tramo. Eso son, así a bulto, que soy de letras, tres años largos. Ná, un momentín.

En fin, cuatro sencillos planes que, como los mandamientos, con perdón, pueden resumirse en dos. Vamos que yo este fin de semana o me quedo en casa o me visto de camuflaje para mimetizarme en la selva. Eso o me planto un miembro en la cabeza. Para pasar inadvertida, digo.