La invitación realizada por los socialistas a IU para negociar fórmulas de gobernabilidad es vista con satisfacción por Jesús Iglesias. El coordinador general de IU se muestra dispuesto a entablar conversaciones con el PSOE si el Gobierno regional abandona las políticas de derechas. Como los conceptos ideológicos están muy revueltos, en estos días (si alguien lo duda que medite sobre la intervención de la Administración Bush en entidades de crédito americanas: ¡toma política liberal!), es interesante comprobar que Jesús Iglesias entiende por políticas de derechas la aprobación de «un Estatuto de segunda» ¿Es de izquierdas CiU o el PNV?
El anuncio de abrir negociaciones con IU fue la sorpresa del verano. La noticia saltó en el Congreso de la FSA, en un momento en que IU estaba completamente aislada, con la reforma del Estatuto encauzada entre los dos grandes partidos y con la aprobación parlamentaria de los créditos extraordinarios solicitados por el Gobierno regional. En ese preciso momento, la dirección de la FSA, con el respaldo de José Blanco, lanzó públicamente la oferta de la negociación a IU.
El primer beneficiario con la apertura de negociaciones es la propia IU, que estaba sin política, perpleja ante la sintonía motrada por el PSOE y el PP. La respuesta inteligente por parte de IU sería declarar que el intento de gobernar en minoría parlamentaria, por parte del PSOE, ha fracasado. A partir de ahí se fuerza el gesto, se muestra preocupación ante la crisis económica y se declara disposición a negociar por la situación de emergencia creada por la crisis. La respuesta de Iglesias es un error táctico, porque establecer premisas de imposible aceptación para el partido que gobierna es el preludio de una futura rectificación. IU no va a poder vetar la reforma estatutaria, porque carece de los votos suficientes para proponer una «alternativa de izquierdas» con los votos del PSOE. Plantear la negociación a partir de vetos (reforma del Estatuto, incineradora de Serín, embalse de Caleao…) sólo lleva a dos caminos: rectificaciones posteriores o quedar aislados en la oposición. No hay que tener mucho olfato político para comprender que a IU le interesa más estar en un gobierno de coalición que repetir el papel del primer año de legislatura: una trayectoria vacilante, movida a impulsos de sindicatos y ayuntamientos.