Vicente Álvarez Areces invita a Jesús Iglesias a buscar lo que les une y olvidarse de lo que les separa: el embalse de Caleao. El presidente reacciona así a las declaraciones del coordinador general de IU en las que aseguraba que no se construirá la presa. Como el proyecto de Caleao está pendiente de estudios técnicos es evidente que no interferirá en la negociación del gobierno de coalición. Otros proyectos, como la incineradora de Serín, sí se acometerán en el corto plazo e IU tendrá que aceptarlo.
No constituye ninguna rareza que dos partidos diverjan sobre el tratamiento que haya que darle a los residuos sólidos o sobre las actuaciones a realizar para garantizar el suministro de agua a las principales concentraciones urbanas. En estas materias no hay verdades absolutas. Es lógico que un colectivo ecologista o una asociación de vecinos monten el pollo por la instalación de una infraestructura determinada. Ahora bien, que la formación de un gobierno de coalición dependa de hacer o dejar de hacer una presa o una incineradora demuestra la inmadurez de algunas formaciones políticas que a falta de un discurso más sólido convierten en seña de identidad los embalses y los procesos de biometanización. ¡Qué cosas hay que oír!
Jesús Iglesias declaró a EL COMERCIO que Álvarez Areces no mostraba especial ilusión por un pacto de gobierno con IU, pero que el diálogo era cosa de la FSA. Bien, hace un año, desde IU se decía lo contrario: Álvarez Areces quería el acuerdo pero Javier Fernández lo obstaculizaba. ¿En qué quedamos? Los dirigentes de IU tratan a diario con los responsables socialistas y razones tendrán para hacer juicios tan cambiantes.
Visto en perspectiva, se puede afirmar que en los ocho años que llevan cohabitando Areces y Fernández, presidente de Gobierno socialista y secretario general de los socialistas, no hay una sola cuestión en que hayan aparecido ni siquiera diferencias de matiz. No sé si se aman o si se odian, o si entre ellos no hay ni una cosa ni la otra, pero de cara al público, que es como hay que juzgar a un político, no se llevaron la contraria ni una vez. Una gran diferencia con el gallinero socialista catalán o con las discrepancias socialistas vascas. Serán buenos o malos, pero no hacen declaraciones como Montilla, ni siquiera como Revilla.