ETA ha hecho explotar tres bombas en Mallorca causando daños materiales de escasa entidad. La organización terrorista desafía al Estado al atentar en la misma isla en la que lo había hecho el pasado 30 de julio, asesinando a dos guardias civiles. En aquella ocasión la bomba lapa había estallado con un temporizador, dando tiempo a los terroristas para subir a un avión y escapar del lugar del crimen. Esa era la creencia general, que estaba avalada por las explicaciones dadas por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Sin embargo, los artefactos que estallaron ayer vienen a dar la razón a los que decían que ETA tenía un comando escondido en Mallorca y que no se había movido de la isla.

Es una práctica habitual de la organización terrorista colocar bombas por el verano en lugares destacados de la costa para dañar los intereses turísticos. Esta fue una estrategia que ya practicaba ETA político-militar, y proviene de los tiempos de la Dictadura, cuando un atentado en una zona habitada por turistas extranjeros permitía a la banda terrorista publicitar fuera de España su enfrentamiento con el Estado. La situación es ahora muy distinta, pero toda la actividad de ETA sólo se puede explicar por la fuerza de la inercia.

Las tres bombas, en tres escenarios distintos, tienen una dimensión que va más allá de la campaña contra enclaves turísticos. Por primera vez desde hace mucho tiempo parece que la organización tiene capacidad de golpear y replegarse, algo que no ocurría desde la última escalada de atentados de la banda en el verano del año 2000. Para la autonomía y la pervivencia de la banda es fundamental dotarse de un sistema de funcionamiento que permita guarecerse a los terroristas tras las acciones violentas. Hace falta dotarse de una cierta logística y dar cobertura a los que cometen los atentados. La bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, los asesinatos de dos guardias en un vehículo oficial en Mallorca y las tres bombas de ayer, sirven a la banda para reivindicar su estrategia de terror ante el mundo radical vasco. Por ahora no ha sido detenido ningún activista relacionado con los últimos atentados, pero hay que dar un margen de confianza a la Policía porque en los últimos años ha demostrado que tiene un alto grado de eficacia en la lucha contra ETA. Un poco de paciencia y montañas de confianza.