El Ministerio de Sanidad quiere formalizar un gran pacto por la salud, en el año 2010, excluyendo del mismo cualquier fórmula de copago. Según el Gobierno, el sistema sanitario español es eficiente y sólo necesita de algunos retoques para asegurar su sostenibilidad. Fuentes del Ministerio de Sanidad recuerdan que en el modelo de financiación autonómica, recientemente negociado, hay dinero previsto para costear el gasto en salud.
Sobre el pacto por la salud sólo sabemos dos cosas: ni el Gobierno central va a poner más dinero ni se va a optar por repercutir el coste de los servicios sobre los usuarios. Más allá de los aspectos político-propagandísticos de un pacto de esa naturaleza, se supone que el acuerdo se hace para rebajar los números rojos de la sanidad. O se reducen los gastos o se aumentan los ingresos. O las dos cosas a la vez. En este momento, la situación es muy desfavorable para las finanzas sanitarias porque al creciente gasto del sistema se suma, por primera vez, una caída en la recaudación tributaria, así que la única mejora previsible, a corto plazo, proviene del nuevo modelo de financiación autonómica que entrega más recursos a las comunidades. La experiencia demuestra que los cambios en los modelos de financiación autonómica, con la aportación de más recursos, en seguida son absorbidos por los gobiernos regionales, incapaces de hacer frente a la escalada del gasto sanitario.
El Ministerio de Sanidad se conforma con decir que el sistema sólo precisa retoques, porque la gestión no es de su incumbencia. Con pacto o sin él, la solución corresponde a los gobiernos regionales. Puede que una mayor implicación del Gobierno central, coordinando políticas, mejore la situación económica de los sistemas de salud de los distintos territorios, pero poco más puede hacer. Los políticos autonómicos son muy celosos de sus competencias, y no están dispuestos a someterse a directrices del Gobierno central, del que sólo esperan la aportación de más dinero. No me imagino a Trinidad Jiménez diciéndole a la Generalitat cómo tiene que solucionar el tremendo agujero de la sanidad catalana. Lo que deberían pedirle los políticos autonómicos al Gobierno central es que no ponga puertas al campo con leyes que encorseten la gestión sanitaria, porque va a haber que recurrir a métodos novedosos.