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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA GRAN OPORTUNIDAD

Completado el ciclo electoral, la actualidad está en los pactos, entendidos éstos, no como el fruto de largas sesiones dedicadas a cotejar programas y propuestas, sino en la capacidad para formar simpáticas parejas de baile. Diputados y concejales están entregados al desenfadado juego de los emparejamientos.

 

Derechistas, centristas, socialistas, izquierdistas y colectivos de toda ralea que pasaron por las urnas tienen la oportunidad de ganar poder, fama y lustre a través de los acuerdos. Lo que se perdió por culpa de los votos se puede recuperar por la vía de los abrazos.

Así de frívolos son los planteamientos que acompañan a la danza de los pactos. Algunos (Ada Colau), muy desprejuiciados, esbozan tríos, una fórmula inestable donde las haya, dentro y fuera de la política. En esta materia nadie se atrevió a ir tan lejos como el concejal gijonés Esteban Aparicio (Foro), que propone directamente la cama redonda, con exclusión del PSOE.

En Asturias, la única duda está en el Ayuntamiento de Oviedo. Falta por saber si Ignacio Cuesta (Ciudadanos) pactará con Alfredo Canteli (PP), o forma una mayoría alternativa con Wenceslao López y Podemos. Me inclino por lo primero.

Dado que Adrián Barbón va a gobernar en Asturias, y que en la mayoría de los ayuntamientos hay mayoría municipal en torno al cabeza de lista del PSOE, la larga fase de los pactos transcurre sin tensión. Hay poco que repartir, porque la gente ya dejó todo atado con el voto.

Madrid

Todo lo contrario ocurre en Madrid. Se acercan jornadas decisivas en el Congreso de los Diputados, aunque la elite de la clase política no quiera darse por enterada. Veamos.

No hay duda de que Pedro Sánchez va a ser investido presidente de Gobierno. Tiene tantos diputados como el PP y Ciudadanos juntos: 123. No caben mayorías alternativas. Si en un súbito e improbable ataque de sectarismo, grupos de izquierda y de derecha alzaran una barrera para impedir su investidura, lo pagarían muy caro en las urnas, tras una convocatoria anticipada de elecciones.

Dejando a un lado las hipótesis descabelladas, constatemos que el curso de la legislatura va a depender de los aliados que acompañen en la investidura a Sánchez.

En el otoño de 2016, había consenso en España sobre los riesgos que suponía un gobierno socialista con Podemos e independentistas de aliados. Un sector del PSOE, encabezado por Susana Díaz, defendió la tesis de que había que dejar gobernar a Rajoy, absteniéndose en la sesión de investidura. Pedro Sánchez defendió la tesis opuesta, con su famoso «no es no». La historia que vino luego es muy conocida.

Desde estas líneas critiqué, entonces, la opción de Sánchez, porque no se puede gobernar con aliados que quieren cargarse la Constitución. La convivencia nacional y la defensa del ordenamiento jurídico están por encima de los intereses de partido.

Volvamos al presente. Al aceptar el encargo del Rey de buscar aliados para la investidura, Pedro Sánchez apeló a la responsabilidad de todos, pero muy especialmente del PP, Ciudadanos y Podemos. También anunció que en ningún caso pactaría con Bildu.

Casado y Rivera quieren que Sánchez empiece a gobernar ya; su prisa sólo es entendible como una forma de esquivar el envite de Sánchez.

Aliados

El candidato explora alianzas y los partidos españoles y moderados se niegan, dejando la gobernabilidad en manos de Podemos, PNV o Compromís. Los tres grupos apoyan la celebración de un referéndum de autodeterminación para Cataluña. Por no hablar del programa de Pablo Iglesias, con la semana laboral de 34 horas o una renta básica para los españoles que oscilará entre los 600 y los 1.200 euros, según las circunstancias familiares. Y qué decir del PNV que quiere romper la caja única de la Seguridad Social, la última defensa de la solidaridad en España.

No nos engañemos, las alianzas predeterminan los programas de gobierno. Si lo que España necesita es menos cohesión territorial y más gasto público, Podemos, PNV y Compromís son los socios perfectos.

El problema es que las prioridades hablan de la sostenibilidad de las pensiones, la reducción de la deuda pública (en los próximos dos años vencen 200.000 millones), la vuelta a la normalidad constitucional en Cataluña, el aumento de la productividad, la mejora del sistema educativo o un nuevo modelo de financiación autonómica. Para todo eso hace falta una entente entre el PSOE, PP y Ciudadanos. Con otros socios seguiremos asistiendo al recital de demagogia.

Si criticable era el «no es no» de Sánchez a Rajoy, cuando el PP era el partido más votado, tan denostado debe ser el «no es no» de Casado y Rivera a Sánchez, cuando el PSOE es el partido victorioso en las urnas.

Señores, aquí lo que está en juego es el bien común, no las revanchas entre líderes políticos. No debe caer la derecha en la tentación de pensar que el Pedro Sánchez de la moción de censura no se merece ni agua, porque somos 46,7 millones de españoles los que no nos merecemos que los tres grandes partidos sigan con el peligroso juego de los vetos.

A lo largo de este mes, disfrutaremos de la mejor oportunidad de los últimos cuatro años para enderezar el rumbo. No la perdamos.

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por JUAN NEIRA

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