La detención de dos etarras, Unai Fano Aldasoro y María Lizarraga, en el centro de Francia, cuando portaban armas cortas y munición, es una buena señal tras la súbita ofensiva de la banda en los pasados días, con tres coches bomba (Ondarroa, Vitoria y Santoña) que tuvieron como principal consecuencia la muerte del brigada, Luís Conde. Siempre es una buena noticia la detención de cualquier etarra, pero en este caso más aún, porque significa que la policía francesa y española tiene pistas sólidas sobre miembros de la banda, y la detención de unos terroristas puede llevar a la localización de otros.
Por desgracia, la respuesta de ETA era en este caso previsible, ya que en pocos días quedaron ilegalizadas las plataformas (ANV y PCTV) que utilizaban los terroristas para penetrar en las instituciones democráticas, y hubo una sentencia condenatoria contra los miembros de Gestoras Pro Amnistía. Decir que ETA iba a atentar no significa que se pueda impedir, porque hay un sin fin de objetivos para la banda y el atentado podía ser ahora o dentro de un mes. Lo sorprendente de la actuación fue la colocación de tres coches bomba en poco tiempo, lo que significa que ha logrado recomponer el aparato logístico, para poder robar coches, sustraer explosivos y actuar en distintos lugares. La Policía da también por cierto que la banda ha logrado reactivar el comando Vizcaya, que estuvo a punto de cometer otro atentado sangriento el pasado día 16 en Bilbao cuando logró colocar una bomba lapa bajo el coche de un policía.
Es fácil caer en el desánimo y hacer interpretaciones pesimistas sobre la fortaleza de ETA. Nada más lejos de la realidad. La banda terrorista está muy debilitada, producto de los cientos de detenciones practicados por la Policía en los últimos ocho años (a partir del mes de agosto del año 2000) y por la dinámica de la sociedad vasca que cada vez vota menos a las candidaturas pro-etarras y concentra el voto nacionalista en el PNV. Lo preocupante del momento actual es que ETA quiere asesinar a toda costa, escogiendo distintos objetivos, sin que la ertzaina quede fuera de su punto de mira. Podrán cometer algunos atentados mortales, pero la experiencia de los últimos demuestra que los asesinos serán pronto detenidos y el proceso de paz no se va a reabrir.