Salvo algunas excepciones, como Llanes, las alianzas municipales en Asturias se atienen a la lógica de los bloques ideológicos. No soy muy partidario de ordenar la política española con el naipe de las ideologías, porque se presta a vetos y a toneladas de demagogia, pero ante la vergonzosa política de alianzas basada en el reparto de las poltronas (los acuerdos de Ciudadanos y PSOE en Castilla-La Mancha), me parece que dejarse guiar por la ideología a la hora de sumar fuerzas es un paso adelante para no traicionar el voto depositado por los ciudadanos. Este es un asunto esencial. No pueden los políticos usar el poder delegado por la gente para orientarlo en una dirección contraria a la que desean los electores.

Ante las elecciones generales del 28 de abril, los dirigentes de Ciudadanos se emplearon a fondo para explicar que estaban en el espacio del centro derecha y que jamás pactarían con el PSOE. Pedro Sánchez los criticó con dureza, como a un grupo más de la derecha. Llegados los comicios autonómicos y municipales, el grupo de Albert Rivera mantuvo la apuesta. Hay casos, en que la personalidad o las circunstancias que concurren en los cabezas de lista del PP, permiten replantearse las alianzas, pero el caso del Ayuntamiento de Oviedo no estaba en esa categoría. La candidatura del PP, encabezada por Alfredo Canteli, supone una profunda renovación sobre las listas de Iglesias Caunedo o de Gabino de Lorenzo. Los concejales de la izquierda metabolizaron la misma noche electoral que habían perdido el gobierno de la ciudad. Luego llegó la fase de la especulación y de hacer las sumas al revés, poniendo a Ciudadanos en el sitio que tenía IU en el anterior mandato, como aliado de socialistas y podemitas. Si Ignacio Cuesta hubiera actuado así, su carrera política caducaría en este mandato. La coherencia de Cuesta puede perjudicar los planes de Juan Vázquez, pero el ex rector es un verso suelto. Sabe que camina con el paso cambiado.