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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

DAR PARA RECIBIR

Menos mal que podemos sacar buenas lecciones de la crisis que nos asola. Esta, producto de la avaricia insaciable de bastantes depredadores financieros, ha demostrado que el egoísmo, como decía Franklin Roosvelt, “es malo e irresponsable desde el punto de vista moral pero ahora sabemos que también es malo desde el punto de vista económico”.

Que es malo moralmente lo sabíamos aunque a algunos les resbala ese conocimiento, pero no siempre se detecta que también en la economía (que es en definitiva lo que mueve este mundo) sea contraproducente. El egoísta, aunque gane, perjudica también económicamente a los que exprime porque tiende a no repartir sino a quedarse con todo cuanto puede. Sin embargo, a la inversa, no es fácil admitir que el altruísmo produce beneficios, incluso económicos, a quienes lo practican, pero es cierto.

Por el “principio de reciprocidad”, inserto en nuestra cultura y en nuestra psicología, si das, si prestas tus servicios, si ayudas sin buscar los beneficios, no sólo te produce grandes satisfacciones psicológicas sino que económicamente aquellos llegan más tarde o más temprano, de ordinario multiplicados y de esto hay muchas pruebas. Es posible esperarlos porque por el principio aludido, cuando das, cuando ayudas, cuando entregas se produce en el otro un estado de obligación interna, de compromiso, una especie de deuda moral que impulsa a satisfacer al otro para saldarla.

Sin embargo me estoy imaginando que hay que gente que difiere y te dirá que ellos se han entregado en alma y vida y en lugar de recibir la respuesta adecuada han sido utilizados, estrujados, usados por personas a quienes se entregaron sin reserva. No les falta razón pero eso se produce por dos causas: porque han dado con gente sumamente egoísta cuya meta es el aprovecharse y porque se han seguido entregando a pesar de caer en la cuenta de que el beneficiado no respondía pasado el tiempo. A poco que observasen habrían dosificado su entrega y su altruismo a esas personas. Por tanto la generosidad es rentable hasta económicamente, salvo algunas excepciones, pero hay que hacerlo dosificadamente, no permanentemente y sin reservas (a no ser que uno así lo pretenda sin buscar la respuesta) para evitar acostumbrar mal a quien recibe y además tener los ojos bien abiertos para no hacerlo con los depredadores sin conciencia. En los demás casos es siempre rentable en todos los sentidos.

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Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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