Comienzan a aparecer tímidamente quejas contra el excesivo ruido y a favor del silencio y la desconexión.
Cuando hablamos de ruido lo relacionamos con los decibelios, pero el concepto de ruido es mucho más amplio y hay que comprenderlo, porque sus efectos terminan por ser muy nocivos para nuestra salud.
Existe el ruido tecnológico que nos hace estar permanentemente conectados, algunos noche y dia, por lo que el silencio no consiste ya en ausencia de ruido sonoro sino en la desconexión a ratos para enfrentarnos a nosotros mismos y descansar del horrible bombardeo de tanta saturación de estímulos.
Aun recuerdo los retiros de varios días que hacíamos y comer y cenar en silencio, solo roto por el sonido de los cubiertos. Eran momentos de cargar las baterías.
La contaminación acústica y tecnológica es en parte causante de nuestra ansiedad y desasosiego que debe combatirse a toda costa, so pena de acabar mermados de fortaleza mental. Nuestra salud mental en este ambiente contaminado está sufriendo mucho y algunos ya están pagando un alto precio: aumenta la ansiedad, la depresión, se pierde concentración, aumenta la preocupación, se pierde cantidad y calidad del sueño, aumenta la irritabilidad y los cambios de humor, y por ello se deterioran las relaciones personales, se multiplican los malestares físicos que tienden a interpretarse como señales de enfermedad aunque no lo sean, y un largo etc.
No queda más remedio que recuperar el silencio y la desconexión, practicar la soledad a momentos y eso que, en un primer momento, nos hace, paradójicamente, aumentar el desasosiego y la angustia, consigue poco a poco llevarnos a la calma y el bienestar.
Se impone buscar momentos de silencio y desconexión del mundo del móvil, de las pantallas de los ordenadores, las tabletas y la televisión, la radio y huir del ruido de la calle. Si lo hacemos estaremos en mejores condiciones de resolver mejor los problemas, de relacionarnos mejor, de ser más resolutivos y creativos, de rendir más y mejor intelectual y laboralmente y, si no lo hacemos cuanto antes, puede ser tarde luego.
Una racioncita al dia, de silencio, de desconexión y de no hacer nada, es sanador y reparador. Es cuestión de acostumbrarse al silencio.