Pues sí, en esta época de Navidades en el imaginario popular ha prendido el mito o la leyenda de que es tiempo de paz, de felicidad y de unión familiar, pero son para muchos ciudadanos tiempo de alto estrés, de cenas obligadas para reunir a la familia, que no siempre trascurren en paz y que obliga a muchas amas de casa a tener que agobiarse por atender a todos en detrimento de su descanso y de su tranquilidad.
Todo esto supone más estrés que relajación en comparación con el resto del año. Hijos que se llevan mal con sus padres no soportan tener que juntarse todos y a veces la cena de nochebuena se convierte en un disgusto más que en un tiempo de disfrute todos juntos. Yernos y nueras que tienen que verse por obligación con sus suegros o suegras a las que rechazan. Cuñados que no se soportan y no se juntan en todo el año o poco menos y tienen que verse sin desearlo, cuando en realidad se odian. Todo ello sumado a que echas de Reyes o de Papa Noel algo que no le agrada al otro por mucho interés que quien obsequia ponga.
Por otra parte hay muchos ciudadanos para los que la Nochebuena y Navidad son dos fechas de máxima tristeza, de angustia porque les falta algún ser querido y piensan que los demás están felices y ellos se sienten por comparación profundamente desgraciados.
¿Qué les recomendaría a los primeros? Que no se piquen ni entren en polémicas o riñas en el momento en que surjan y se limiten a que pase la cena de la forma más tranquila posible, evitando enfadarse o sentirse perturbados y al día siguiente a otra cosa. A los segundos que se van a sentir solos les recomendaría que pensasen que esa noche es la del veinticuatro de enero, por ejemplo, cuando no se celebra nada, que no le den un gran significado ni importancia. En ese caso su dolor y tristeza quedará un poco más aliviado y pasará la noche o el dia de forma más llevadera y soportable.
Y los que no tengan problemas, a disfrutar que es lo que toca.