Una de las formas mejores de auto torturarse consiste en la tendencia a preocuparse en exceso. Preocuparse significa anticipar desgracias, reveses, inconvenientes, desastres, fallos, errores, fracasos, enfermedades, accidentes, contratiempos, dificultades y pegas y angustiarse por ello. Significa pensar en lo malo y negativo que nos ofrecerá el futuro. Significa vivir con el alma en vilo y angustiados por lo que va a pasar, que en la mayoría de los casos ¡no sucede! Es una forma de ausentarse del presente que es lo que tenemos y proyectar la mente en el luego, en el después, en lo que viene o vendrá, pero siempre lo malo. Es una forma de amargarse la vida y amargarla a los de al lado. Es consentir en tener la mente donde no tiene que estar. Alguien dirá que algo tenemos que pensar en el futuro y es cierto pero fundamentalmente para ilusionarnos, programar o proyectar o planificar actividades. Para eso podemos recurrir al futuro pero emplearlo en anticipar toda suerte de males es un error de bulto que a un porcentaje elevado de personas les hace vivir en una tensión insana y desproporcionada. Y a algunos les arruina la vida porque viven envueltos en la negatividad auto inventada. Sólo existe un remedio natural consistente en estar en la fiesta que se celebra, en lo que uno está haciendo, en lo que hay, en el aquí y ahora, en lo que está ocurriendo, en el presente, en fin. La preocupación es un error mental, es una disfunción de la concentración, es un estar sin estar, es vivir descoyuntados. Es un fallo de control mental en toda regla. Y sus efectos van siempre de negativos a nefastos, con un elevado sufrimiento auto inducido. Solo queda un remedio natural. Practicar la disciplina mental o centrarse en lo que hay, en lo que uno está haciendo y en lo que está ocurriendo y lo que venga ya vendrá y lo resolveremos o afrontaremos como mejor podamos. Como la concentración sufre en nuestros tiempos un acoso despiadado propiciado por los agoreros que nos circundan y como el riesgo implícito es arruinar la vida a los preocupados conviene recordar que la gran mayoría de lo que nos preocupa no se cumple ¡nunca!