Nunca, pero nunca, aquel Temuyín de 10 años se hubiera imaginado lo que iba a provocar. Primero uniendo a todas las tribus mongólicas, ya como Gengis Khan al, en China, entender el valor de la polvora no como juegos de artificios sino como armas de guerra; ya inventando aquel cañoncito rustico que en 1,200 cambio las tácticas de guerra.
Menos se imaginó el papel que iba a jugar en los castillos que se construyeron en la Europa Medieval tras las Cruzadas, ni tampoco que lo único que iba a acaabar con esos castillos de defensa, aquel cañoncito.
Nunca pensó en que con ello, los Reyes Católicos iban a acabar en Granada con los musulmanes, y menos que a 10,000 kilómetros de distancia, Cortes iba a acabar con aquel cultura tranquila prospera, llamada Tenoxtitlán, llamado los aztecas y que hasta hoy, la mezcla entre la polvora y el cañoncito, provienen de aquel chaval llamado en su infancia cariñosamente Tamauyín, conocido en la historia como Gengis Khan.