En 1965, tras ser recibido en la librería del Corte Ingles de la Castellana por Miguel Boyer, recorrí y me deslumbró Madrid. Gran ciudad, la costumbre de los bares y los pinchos y de los paseos por el Madrid de los Austrias. Por supuesto pasé por el Palacio de las Cortes, sin imaginarme de lo que sería testigo en el futuro.

En 1976, tras el Congreso del Partido en el Palacio de Congresos de Madrid,a reventar, dentro de la delegación asturiana, lo viví de cerca pero camino de la comida por Pura y Rafael, donde, a la hora de la comida, aquel metre del restaurante de mariscos, elegante sesenteañero, me decía: ” Vamos a salir a las calles como “jabatos”. Ese día aprendí la diferencia de las manifestaciones en México y España.

Aquí, uno tras otros, sin distancia, copando las aceras, aquella multitud me dió la idea del pueblo español en las calles.

Aunque en 2009, creo, ya de regreso, fui uno de los invitados por ayudar, la familia a la UGT, en el exilio, que visitó las barricadas del frente de Madrid, donde al caminar entre ellas, de pronto, me llamó la atención, escrito sobre el cemento….como si lo hubieran hecho con la punta de una bayoneta….asturias.,

Tras la visita, el acto de UGT, donde al entregarme Candido Méndez, cara a cara, le dije: ” ye, cabrón, por que en MIeres, llamaste a mi abuelo el Principe Azul”. Una sonrisa diluyó la tensión de aquel día, en el aniversario de la muerte de Llaneza.

Al terminar, al Congreso, pero ya al hemiciclo. Por supuesto me senté donde algguna vez se había sentado, muchos años atrás Belarmino, luego aproveche a sentarme donde Zapatero e imaginarme lo que se debería sentir el presidente del gobiernro y, por supuesto, me fué a la tribuna de oradores y por momentos me imaginaba hablar allí, nada que ver con el Congreso mexicano.

Al terminar fuimos al salón de los “Pasos perdidos” y luego al salón donde está el original de la Constitución, una replica de la cual, Rafael me habia regalado, con esa belleza de ella escrita a mano, que le había dejado a mi hija Paloma en Cancun.

Pero, de esas visitas, nunca pude olvidar aquella histórica: Carmen Garcia Bloise me consiguió una invitación, y subí a la galería a la derecha del pesidium. De pronto, lo nunca imaginado: En el, la deslumbrante imagen de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, legendaria y en la otra vicepresidencia Rafael Alberti.

Nunca ovidado y recordado hoy.

(A la Pasionaria, la vi en el 2007, en su tumba en el Cementerio Civil de Madrid, enfrente de dond estuvo