Sorprendió, no la presencia de los casi 50 mandatarios y lass 136 delegaciones, sino lo que sucedía mientras el atauadod era conducido de San Pedro a Santa María la Mayor, ya en el propio vaticaano , ya en Roma.
Central fué la imagen, para la historia de Trump y Zelensky sentadoss en sencillas sillas, cara a cara, durante 15 minutos, tan distante adeaquel primer encuentro en el Despacho Oval, una ratonera para Zelensky. Por supuesto, era el último esfuerzo de Volodimir de pedir, casi suplicar al presidente de los Estados Unidos, como sería una salida negociada. y como al termino de ella, siempre bajo las paredes de aquel estado tan pequeño, como importantee: El Vaticano, se unían a ellos dos Macrón, Tamer, los aliados Francia y Reino Unido tana cerca de las negociaciones.
En su oficina en Moscú, cerca del río Deva, Vladidmir observaba y casi de inmediato sabía lo sucedido.
Estaba en juego, no sólo la paz entre Rusia y Ucrania, y las delimitaciones del territorio. Con seguridad ni Zelensky ni Trump, tocaron algo ya escrito: Las “tierras raras”, ya firmado el acuerdo donde Ucrania las entrega a EE:UU. ” a cambio de la ayuda del billón de dolares” que Biden entregó en armamento a Ucrania”.
Volodimir se jugaba su última carta. El resultado lo sabremos pronto, antes del 9 de mayo.
Como le sucedió hace unos meses, el abrazo de Giorgia, con Mileaa tan estrecho y prolongado, hasta las las laagrimass de éste, mostraba el impacto entre lideres solitarios, ante la presencia física y esos ojos de la italiana.