Llega el Barcelona, con un ambiente por todo lo alto. De gala. Es de esos partidos que permiten disfrutar. El Sporting tiene una buena vara de medirse ante uno de los equipos más potentes del continente.
No viene Henry, pero no creo que se le vaya a echar mucho de menos. Viajan a Gijón Valdés, Pinto, Alves, Piqué, Márquez, Puyol, Xavi, Gudjohnsen, Iniesta, Eto’o, Abidal, Touré Yaya, Cáceres, Bojan, Keita, Messi, Pedro y Busquets. Seguro que cualwquiere le serviría a Preciado. Sobre el papel, pueden hacer una alineación para hacer nudos a la mayoría de equipos de la Primera División española, aunque hasta ahora, este mismo equipo perdió en Soria y fue incapaz de ganar al Racing.
El Sporting pone todas sus esencias, con una afición de ensueño. El único inconveniente es un campo obsoleto, con un aspecto lamentable que ya empezó a originar las primeras lamentaciones de los visitantes de diversas televisiones. En el Ayuntamiento se aplica el ‘mutis por el foro’, porque nadie quiere contradecir a la máxima autoridad, única que está en contra, frontalmente, de hacer un campo nuevo, que es lo que le hace falta a Gijón, al Sporting y al sportinguismo, tan utilizado en la promoción de los que rigen los destinos de la ciudad.
El Barça llega necesitado de puntos. Aunque falta mucha competición, a los azulgrana no les vale un punto. En el caso del Sporting, aunque Preciado no lo firme, creo que vale un empate, aunque quizás tras el partido pueda valorarse los merecimientos de un triunfo. A priori, un punto ante estos equipos es una renta muy aceptable.
El club está también sensibilizado contra la xenofobia. Me parece lógico, pero esta palabra no debe circunscribirse sólo cuando se hace referencia a un determinado color de la piel. Aunque el señor Gutiérrez Granda puso el grito en el cielo, lo que pasó el día del Getafe, repudiable a todas luces, no fue tan escandaloso como se quiso hacer ver y hasta los chavales del Fondo Sur se taparon entre ellos con aire de autocensuras.
En este partido, los gritos tienen que ser de apoyo a los rojiblancos. Recordar aquellas tardes con los goles de Ferrero y Quini será extraordinario.