Llegó el Barcelona a Gijón con problemas de efectividad. Sólo un gol y de penalti, un único punto y demasiada presión. Sin embargo, en El Molinón encontraron el partido más fácil de su historia, con múltiples colaboraciones, incluida la del árbitro, que no la necesitaban para nada.
El Sporting fue un alma en pena sobre el campo. No se vio la ideología de Preciado, ni nada parecido. El míster erró en el dispositivo táctico y los artistas no siguieron ninguna partitura. El Barça hizo un rondo, jugó a placer, se divirtió y dejó en evidencia el sistema defensivo del Sporting.
Los dos goles del primer tiempo fueron en remates de cabeza en la línea de portería. A ver quien los explica. Lo mismo que dejar a Iniesta o a Messi y Ett’o que tuvieran tiempo para controlar el balón y hacer auténticas virguerías.
Los dos últimos goles, con el partido roto, ya no cuentan más que para las estadísticas y la autoestima. Menos mal que el colegiado no prolongó más que un minuto.
Estará contento el señor Gutierrez, delegado felguerino nombrado para hacer el informe del colegiado. Se le conoce su simpatía por el Barcelona. Aunque no se puede culpar al colegiado con el sonrojante 1-6, todas las dudas se resolvieron a favor de los azulgrana. Penalti de Márquez a Diego Castro. Dos balones en el campo en la jugada que precede al tercer gol catalán. Manos de Puyol en el área visitante. Injusta expulsión de Gerard. Las faltas de Cámara y de Busquets no tuvieron la misma graduación. El rojiblanco, tarjete. Al catalán, nada.
Son errores que no influyeron en un partido en el que las equivocaciones del portero y de los defensas fueron demasiadas y graves. A ver qué pasa ahora en Madrid y luego contra el Villarreal, antes de que comience la que llaman nuestra Liga.
De momento hay que digerir una imagen esperpéntica. Xavi, de cabeza, abrió la lata. Es de los que menos envergadura tiene, pero, además de calidad, se emplea con garra y concentración, que es lo que les faltó a los chicos de Preciado, o sea, lo mínimo que hay que dar. Igual la broma de los cromos era cierta y ayer más de uno estaba a la espera del momento adecuado para pedir un autógrafo.