Parece que Preciado prepara una especie de revolución. Cuatro cambios se vieron en el entrenamiento. El de Maldonado es el más esperado. El de Carmelo se entiende, porque ante el Getafe dio sensación de estar más entonado que Kike Mateo, aunque en la sesión de esta mañana el canario anotó un gol y el murciano estuvo activo en el intento de disparo a portería. El de Bilic, también, por su eficacia goleadora, aunque mantendrá una dura pugna con Barral, que cuando se vio con los teóricos reservas sacó a relucir su raza. La lucha por un puesto será similar en todas las demarcaciones. Ese es uno de los éxitos de Preciado.
Queda Colin. El holandés no está adaptado. El idioma es un problema serio y, de momento, no tiene entendimiento con sus compañeros. Por lo visto esta mañana, no parece que esté en condiciones de jugar, aunque es de suponer que Preciado quiere jugadores rápidos, para frenar la habilidad de los delanteros sevillistas. Dio sensación de estar fuera de sitio, sin que sus compañeros de línea se sientan confiados.
En la sesión, Cuéllar no dio sensación de seguridad. El extremeño parece nervioso, precipitado en algunas intervenciones, como si acusara también falta de adaptación o de entendimiento. En el Eibar jugaba más arropado. El Sporting es diferente. Tal y como están las cosas, me da la sensación de que Sergio Sánchez mantendrá la titularidad.
También está Diego Camacho, que llegó más tarde y sigue con alguna molestia en un costado. Se queda fuera de los que optan a la titularidad en el Sánchez Pizjuán.
Revoluciones aparte, Sevilla es una plaza complicada, tiene un buen equipo y una delantera de las que puede poner en evidencia a cualquiera, pero esto es fútbol, se empieza con empate y once contra once, frases atribuidas a Boskov. En circunstancias más adversas se logró puntuar. De momento, el partido hay que jugarlo.