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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ENSEÑANZAS DE LA INVESTIDURA

La política asturiana, tan rutinaria y previsible (siempre gobiernan los mismos y se oponen los de siempre), está llena de atipicidades, de originalidades, de situaciones, gestos y decisiones que no tienen equivalencia en otros territorios autonómicos. En el debate de investidura y en las negociaciones para elegir presidente se ha puesto de manifiesto esta singularidad.
Mientras en los parlamentos de las otras 16 comunidades autónomas se eligieron presidentes, nosotros seguimos todavía con el Gobierno en funciones, prolongando el anterior mandato. Esto ocurre pese a que se dan dos circunstancias que convierten en excepcional la tardanza en elegir presidente.
La primera es el modelo de investidura, con la imposibilidad de votar no al candidato, que facilita extraordinariamente la elección del presidente. De todas las comunidades que tuvieron comicios autonómicos el 24 de mayo, sólo Asturias tiene ese sistema anómalo de investidura. Verbigracia: si Susana Díaz tardó casi tres meses en ser investida como presidenta se debió a que los cuatro grupos de la oposición tuvieron la potestad de rechazar su candidatura. Con la normativa asturiana hubiera revalidado el cargo en la primera votación del Parlamento andaluz.
TARDANZA
Con un marco legal fabricado para que el candidato de la lista más votada sea presidente, Javier Fernández sigue sin lograrlo. Hay una segunda circunstancia que debiera operar a su favor, pero hasta ahora no ha sido así. Estamos ante la Cámara asturiana más escorada ideológicamente hacia la izquierda de los últimos veinticinco años. PSOE, Podemos e IU tienen 28 escaños, la derecha (PP-Foro) posee 14 y los tres diputados de Ciudadanos dicen mostrarse equidistantes entre los dos bloques.
En este escenario es muy extraño que el candidato socialista no haya sido reelegido. Sólo se explica por su estrategia inicial de no negociar la investidura con otros partidos, esperando que el sistema anómalo de votación (los diputados tienen vetado decir “no”) lo convirtiera automáticamente en presidente. De esa forma no tendría que hacer concesiones a ningún grupo.
Hasta que en la segunda votación (4 de Julio) el apoyo de los diputados de Foro a Mercedes Fernández frustró la elección de Javier Fernández, el candidato socialista no se dispuso a negociar con los grupos de izquierdas y Ciudadanos.
PROGRAMA
Otro aspecto original es que el candidato socialista no tiene un programa de gobierno digno de tal nombre. Al candidato de Podemos, Emilio León, le entregó unas hojas que recogen un catálogo de enunciados genéricos, sin datos ni cifras, que valen tanto para Asturias, como para La Mancha, porque nada indica que estén redactadas pensando en nuestra región. La oferta socialista se limita a unas siglas centenarias y al conocimiento que tiene la ciudadanía de la forma de proceder de los dirigentes de la FSA.
La ausencia de programa está relacionada con un estilo de gobierno que tiene como principal finalidad ocupar las instituciones. Mantenerse en el poder es el gran objetivo para atender todo tipo de compromisos. Perder el poder es un drama. Hace ahora veinte años, un altísimo dirigente socialista me dijo, “tú no sabes lo que significa para el PSOE perder la Alcaldía de Langreo”. Dos décadas más tarde lo entiendo.
Otro aspecto extravagante de la investidura asturiana es el papel de los sindicatos, como organizaciones legitimadoras del candidato socialista, con la sempiterna petición de “un gobierno de izquierdas”. En ninguna región ocurre algo semejante. Tal parece que los sindicatos están más pendientes de la Junta General del Principado que de las empresas en crisis. Ese intento por priorizar la dimensión “social” de nuestra democracia, por encima de la estrictamente parlamentaria, es tan rancia como el baúl de ropa con alcanfor.
PODER
El debate de investidura aportó pistas para conocer la anatomía del poder en el Parlamento asturiano. Veamos. En la primera intervención del portavoz socialista, Fernando Lastra, se permitió ridiculizar expresiones utilizadas por Mercedes Fernández con un estilo que desborda los usos de cualquier Parlamento. En su segunda subida a la tribuna, realizó la intervención más faltona, fanfarrona, amenazante y desconsiderada de la crónica parlamentaria asturiana, con Daniel Ripa convertido en blanco de su diatriba. Hay que tener un estatus singular para atreverse a hablar así.
Otro rasgo. En medio de una larga exposición, Mercedes Fernández aludió a una supuesta inconveniencia pronunciada por Jesús Gutiérrez desde el escaño. Sin encomendarse a nadie, el diputado socialista se puso en pie y dio su versión del incidente. Pedro Sanjurjo admitió las explicaciones de Gutiérrez y dio paso al siguiente orador. Impresionante. ¿Hubiera aceptado Pedro Sanjurjo que Ripa contestara contundentemente a Lastra desde el escaño? Si estas cosas suceden en un pleno televisado, qué no ocurrirá en comisiones, juntas de portavoces, etcétera.
Consejo a los nuevos: menos sonrisitas, bromas, alabanzas ridículas a la moderación y promesas absurdas de pacto, porque primero se quedarán sin nariz, luego sin crédito y, finalmente, sin escaño.

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por JUAN NEIRA

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