La sintonía que habían alcanzado PSOE y Podemos en la primera reunión de negociación no tuvo continuación en la segunda sesión de trabajo entre ambas fuerzas. Desde Podemos afirman que hay acuerdo en el diagnóstico de la situación asturiana pero no en las soluciones. Me encantaría conocer el diagnóstico que comparten ambas fuerzas, porque las declaraciones del presidente del Principado sobre la coyuntura asturiana siempre desbordan optimismo: estamos en la buena senda, los datos del empleo son muy buenos, etcétera, por no recordar la época en que vaticinó que seríamos como Alemania dentro de España. Una región rica y envidiable.
Si desde la óptica de Podemos hay diferencias importantes por solventar, desde la perspectiva de los socialistas el acuerdo para la votación de investidura resulta imposible. Para no romper puentes, los socialistas arguyen razones de método y calendario, al declarar que Podemos les pasó tarde las propuestas, y que el análisis de las mismas exige mucho tiempo; según los dirigentes de la FSA la elección del presidente urge y no pueden perder días o semanas valorando las iniciativas de Podemos. Los mismos que estuvieron todo el mes de junio barajando sin dar cartas, no están en condiciones de permitirse el exceso de pasar dos tres o cuatro días estudiando las propuestas del segundo partido de la izquierda asturiana.
El PSOE ya ha optado. Javier Fernández está dispuesto a ir a la tercera votación respaldado por un acuerdo con IU. Con 19 diputados derrotará a Mercedes Fernández que cuenta con los 14 escaños del PP y Foro, y lo más que puede aspirar es a atraer a los tres diputados de Ciudadanos. Con la convicción del que se agarra a un clavo ardiendo, Cherines declara que asume completamente las propuestas de Ciudadanos. Para ganar cualquier votación, el centro-derecha necesita que el PSOE se quede aislado, sin ningún respaldo. Esa situación es muy difícil que se dé en las presentes circunstancias. El rechazo que experimente en la Cámara un hipotético gobierno socialista llegará de la mano de un acuerdo en el que participe algún grupo de izquierdas en alianza con el centro-derecha. Un pacto de esa naturaleza no podrá fraguar en la sesión de investidura, cosa distinta es cuando la materia a debate sea una ley concreta o la propuesta de presupuestos. Entonces será posible un rechazo amplio. La mayoría de investidura no despeja las incógnitas del mandato.