Gaspar Llamazares recuerda a Javier Fernández que le debe informar antes de constituir gobierno. El líder de IU pide que el presidente del Principado le tenga al tanto de los contactos que realice para nombrar a los consejeros. Llamazares sigue marcando el terreno al PSOE. Tras una estancia de quince años en Madrid participando al máximo nivel en la política nacional, sabe que la política se hace de cara al público, algo que desconocen los políticos a este lado del Pajares. En Asturias, el presidente puede estar más de una semana callado, sin dar señales de vida, y los compañeros del partido lo justifican diciendo que está trabajando. En una democracia ese tipo de comportamiento es excepcional. Llamazares continúa llevando la iniciativa y marcando la agenda de la política asturiana.
Desconozco las cláusulas secretas –si es que las hay- del acuerdo de investidura. Tal vez se haya llegado a algún tipo de compromiso de intercambiar información sobre perfiles y nombres del futuro gobierno, entre el presidente del Principado y el portavoz parlamentario de IU. Como criterio general, el presidente no tiene que informar absolutamente a nadie de las gestiones que haga para formar gobierno. A sus compañeros del PSOE y a los miembros de otros grupos no les queda otro remedio que estar a la expectativa. No tiene obligación de informar ni mucho menos de negociar la presencia o ausencia de unos u otros personajes. No es una prerrogativa del presidente asturiano, sino que asiste a todos los presidentes de gobierno en las democracias.
El portavoz de IU recordó que su fuerza política sólo participaría en un gobierno tripartito de la izquierda, es decir, con la presencia de Podemos, además de PSOE e IU. Con esa puntualización toca Llamazares el punto débil de su estrategia. Si IU pretende tener una gran influencia en el Ejecutivo, lo lógico es que hubiera negociado su incorporación al mismo, con independencia del proceder de Podemos. Javier Fernández no hubiera tenido otro remedio que aceptar esa alternativa. Con un pacto de investidura puntual no se puede controlar cada paso que da el presidente. El discurso de Llamazares conducía a la integración en un gobierno de coalición, pero se quedó en el umbral por miedo a que el experimento terminara mal y se quedara Podemos con la cuota electoral de IU. IU se quedó en tierra de nadie, con un pie en la oposición y los nudillos picando en la puerta de Fernández.