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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CONFIANZA Y PROFESIONALIDAD

Los afanes reformistas o rupturistas recorren la clase política. La suma de paro elevado y generalizada corrupción ha puesto en la picota a gobiernos, oposiciones y Administración. Los afanes de cambio son loables, pero no todas las nuevas ideas son acertadas. IU pide a Javier Fernández que las plazas de viceconsejero del nuevo gobierno, y las de director general, se cubran a través de una convocatoria pública de mérito y capacidad. Con todos los respetos para Llamazares y su equipo, la propuesta me parece una barbaridad. Un viceconsejero o un director general no son en modo alguno cargos asimilables a un funcionario o empleado público. Las personas que ocupan esos puestos deben gozar de la total confianza del presidente o del consejero de turno, como los secretarios de Estado, subsecretarios o directores generales del Gobierno central están vinculados al presidente y los ministros. En la jerga del sector privado serían miembros del staff. Les toca hacer un trabajo político (lanzas ideas, proponer proyectos, alumbrar normas, supervisar objetivos) que tiene mucho que ver con el ideario y el programa del partido que gobierna. Que un señor de derechas sea viceconsejero de un gobierno de izquierdas es un disparate, aunque sean muy reconocibles sus méritos y capacidades. Me gustaría saber qué personas deberían valorar el currículo de los aspirantes. ¿El alto funcionariado del Principado sería el encargado de cubrir las plazas de viceconsejero y director general del Gobierno de Javier Fernández?

En los últimos quince años, el Principado ha sufrido constantes revolcones en los tribunales al nombrar responsables en la Administración en contra de los criterios establecidos en las leyes. Se han anulado centenares de jefaturas por haberlas asignado siguiendo el criterio del amiguismo o la cercanía al partido que gobierna. Una trayectoria francamente penosa que muestra la dificultad del PSOE para operar con una Administración independiente. La frontera entre los puestos regidos por la confianza y en los que prima la profesionalidad es la jefatura de servicio. De ahí para arriba (dirección general, viceconsejero y consejero), elección libre del presidente o consejero. De la dirección general para abajo (jefes de servicio, sección o negociado), todos por concurso. Una división muy sana que aúna la autonomía del gobierno y la profesionalidad de la Administración.

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por JUAN NEIRA

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