En la toma de posesión de los consejeros de Gobierno, el presidente del Principado tuvo a bien hacerles una serie de recomendaciones: el diálogo debe ser una herramienta imprescindible a lo largo del mandato; hay que aumentar los cauces de participación de la ciudadanía para gobernar en coalición con la sociedad; cualquier incumplimiento de los compromisos adquiridos con IU es un fraude a la ciudadanía; los objetivos del mandato pasan por la recuperación económica, el refuerzo de los servicios y derechos sociales, y la regeneración democrática.

Algunos de los juicios de Javier Fernández son fácilmente asumibles, mientras que otros requieren de matizaciones. Ante la legislatura con menor respaldo parlamentario al Gobierno, el diálogo y la negociación se convierten en salvavidas para el Ejecutivo. En esta cuestión no conviene engañarse, la responsabilidad de la negociación con otras fuerzas parlamentarias recae sobre todo en la cúspide del Gobierno. Y en segundo lugar, en el consejero portavoz del Gobierno y en el portavoz parlamentario. Es así en todos los sitios, aunque en Asturias somos tan originales que a lo mejor es al revés: el presidente encerrado en su despacho y los consejeros pergeñando alianzas parlamentarias. Cuando Zapatero inició su primer mandato, con el único apoyo de 164 diputados socialistas, el artífice del éxito de a su estrategia de “geometría variable” fue el tándem presidente (ZP)-portavoz parlamentario (Rubalcaba). No creo que aquí Lastra esté en condiciones de enhebrar una mayoría parlamentaria con Podemos. Con carácter previo necesita de un cursillo de educación y respeto hacia los adversarios.

Javier Fernández habla de gobernar en coalición con la sociedad. La idea del pacto con la sociedad fue el argumento fuerte de Susana Díaz al encarar la negociación para su segundo mandato. Ese tipo de coalición suena muy bien en los discursos, pero sólo se puede dar cuando el liderazgo recae sobre un político con enorme tirón popular. En Asturias no existe nada lejanamente parecido. Las alianzas, de producirse, serán meramente parlamentarias.
Por último, el presidente dice que faltar a los compromisos con IU es un fraude a la sociedad. Qué social se ha vuelto nuestro presidente. Faltar a los compromisos de investidura es un fraude a IU y las consecuencias para el Gobierno socialista serían catastróficas. Con IU aún tienen un pie en el andamio.