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Juan Neira

LARGO DE CAFE

FALTA LA POLÍTICA

En la huelga de la enseñanza hay una primera causa concreta, inmediata, visible, y otra más difusa que tiene que ver con el contexto que rodea el trabajo de los docentes. A la vista de todos está el papel jugado por la consejera de Educación, Lydia Espina, que de una manera irreflexiva optó por acabar con la tradicional jornada de verano (junio, septiembre) aumentando las horas lectivas. No supo prever la respuesta.

Una vez anunciada la huelga, recompuso su plan sustituyendo las horas lectivas por interminables recreos de una hora, lo que sólo sirvió para irritar más al personal. La sorpresa de la consejera ante la reacción de los docentes demuestra lo ajena que está a las preocupaciones de maestros y profesores. Rodeada de burocracia y alejada de los centros, creyó que alterar la jornada de trabajo era una decisión intranscendente que podía tomar sin consultar con nadie. Sin una actuación tan extemporánea el curso de los acontecimientos hubiera sido distinto.

Las movilizaciones masivas de los docentes necesitan de un contexto para que se produzcan. Para explicar lo que sucede, los convocantes de la protesta recurren al «hartazgo» que produce repetir demandas y peticiones año tras año sin respuesta. La falta de atención de la Administración hacia su trabajo produce frustración.
Raíz
La raíz del problema es política. En las instituciones autonómicas la educación no está entre las preocupaciones del Gobierno y del Parlamento. Pese a tener la segunda dotación presupuestaria más alta de cada ejercicio (la primera es la sanidad), la discusión sobre la educación, muy viva en algunos territorios, en Asturias apenas existe. En el debate sobre el estado de la región, los servicios sociales, por poner un ejemplo, suscitan mucha mayor atención que la educación. Se habla de carreteras, trenes, dependencia, inversiones, deuda, ordenación del territorio, demografía, vivienda o innovación, pero la educación se despacha con un par de frases.

El lamentable error de Lydia Espina no pudo ser detectado porque nadie controla la gestión de la educación. No interesa. Las pruebas de evaluación de diagnóstico (4º de Primaria y 2º de ESO) pasan totalmente desapercibidas. No hay un diputado que pueda decir algo sobre ellas. El Principado no hace ni un breve resumen sobre sus resultados y la oposición tampoco los demanda. En los consejos de Gobierno no se habla de estas cosas.

El desinterés por la educación tiene dos excepciones: Les Escuelines y las lenguas vernáculas. Dos excepciones que, en el fondo, sólo es una, porque si a Les Escuelines0 se les hubiera denominado como ciclo de cero a tres años (nombre mucho más riguroso), ya no contarían con los más de cuarenta millones que tienen presupuestadas para este año. El bable y el eonaviego tienen el sello de servicio prioritario. En el presupuesto hay reservados recursos para contratar a 104 profesores de esa materia.

Urgida por la huelga, Lydia Espina ofertó 77 plazas de especialistas en audición y lenguaje, y en pedagogía terapéutica, mientras eonaviego y bable tienen garantizados un tercio más de profesores. ¿Qué es más importante contratar a especialistas en necesidades educativas especiales o a enseñantes de eonaviego?

Las referencias, citas o alusiones al bable y su entorno son constantes en los discursos del presidente y la consejera, mientras que el resto de la educación no merece un comentario.

Devaluación
Como no importa la educación, la Consejería de Educación se devalúa, basta ver las circulares de inicio de curso donde el equipo de Lydia Espina señala las prioridades. El buenismo, la rutina y el pensamiento políticamente correcto apenas dejan sitio para que haya dos o tres objetivos merecedores de ser reconocidos como tales. No creo que la cúpula del Gobierno (presidente y vicepresidenta) haya leído esos documentos que son la guía de cada curso.

La devaluación conlleva la mínima comunicación con los centros de enseñanza. Funciona la gestión con mando a distancia. Las decisiones no se consultan, se imponen. El resultado es la nula autonomía de los centros. Hace apenas un mes tuvimos un buen ejemplo. La consejera quiso cambiar la política sobre la digitalización en la educación. Una decisión estratégica que enmienda el camino seguido hasta ahora y que merecía un intenso intercambio de opiniones y experiencias con todos los colegios.

Lydia Espina tomó el atajo, al informar a un grupo muy reducido de directores de colegios sobre los cambios y sacó una resolución sobre el adecuado uso de los recursos digitales que impide a maestros y profesores disponer de un mínimo margen de decisión sobre cómo van a trabajar con ordenadores y tabletas. Lo que antes se potenciaba ahora se censura. Es una orden.

Comunicación
Hay un déficit permanente de comunicación con los colegios, que son las sucursales en la red de la educación. No se visitan los centros, salvo para hacerse fotos con niños de Infantil o Primaria. Visitó más veces Lakshmi Mittal las factorías siderúrgicas asturianas, que la consejera la mayoría de los colegios de Gijón y Avilés. Recuerdo cuando Carmen Moriyón, en su primer mandato, decidió visitar todos los colegios del municipio. La alcaldesa iba acompañada de una funcionaria que apuntaba todas las sugerencias y quejas de vecinos, miembros de la AMPA y docentes. Unos meses más tarde volvía con los deberes hechos. Tuvo un éxito espectacular.

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por JUAN NEIRA

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