En una intervención improvisada, Adrián Barbón ha realizado declaraciones sobre el escándalo de las grabaciones de Santo Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García. El secretario general de la FSA afirmó que los corruptos le «repugnan» y la corrupción le da «asco». Dijo sentir un «dolor inmenso» tras conocer el contenido de las cintas presentadas por la Unidad Central Operativa (UCO). Considera que se deben tomar «medidas contundentes» y como norma aplicar «tolerancia cero». Según Barbón se debe «hablar claro a la ciudadanía». Le parece que para recuperar la credibilidad hay que adoptar «medidas claras y contundentes como la que ayer se adoptaron», en una alusión inequívoca a la intervención televisada de Pedro Sánchez.
En toda la prensa nacional no hubo nadie que considerara contundente el mensaje de Sánchez. Se limitó a pedir perdón sin asumir ninguna responsabilidad como jefe directo de los presuntos corruptos, y a anunciar una auditoría externa sobre las cuentas del PSOE. Al líder socialista le faltó tiempo para decir que no cree que las posibles corruptelas hayan servido para financiar al partido. Por eso Koldo García avisó al director general de Carreteras que desde la gerencia del PSOE le iban a pedir un impuesto. Mientras el presidente del Gobierno adecúa su discurso al escenario inmediato de la política española, la opinión pública sigue en shock.
Hubo muchos motivos para el escándalo desde hace dieciséis meses cuando se destapó el asunto de las compras de mascarillas y el juez, en un auto, calificó a José Luis Ábalos como intermediario en la trama. De la cadena de sobresaltos y titulares a cinco columnas, nada tan fuerte como las cintas aportadas por la UCO, conocidas hace dos días. Definitivamente hay un grupo formado por dos secretarios de organización del PSOE (Cerdán, Ábalos) y un ayudante (Koldo García) que tenían una red comercial muy extensa (Navarra, Guipúzcoa, Logroño, Madrid, Aragón, Barcelona, Sevilla, etc.) para hacer diversos tipos de operaciones económicas con el aval o la influencia de sus cargos orgánicos. Decir, como hizo Pedro Sánchez el miércoles, que «hasta esta mañana estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán» no es creíble, porque el trío de presuntos delincuentes llevaba mucho tiempo labrándose una fortuna. En el informe de la UCO se sugiere que el presidente conocía la trama hace ya cuatro años. Están tan desbordados en la Moncloa que han perdido la confianza en su falacia favorita: detrás de las mordidas está Núñez Feijóo.