Las grabaciones aportadas por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil al juez constituyen un escándalo de enorme envergadura. Escuchar diálogos delictuosos, oír hablar de partidas de dinero de origen fraudulento, recorrer la geografía de España con el olfato de amasar fortunas, hacer referencias pronominales del presidente y el resto, calibrar en la distancia los atributos del pedido de prostitutas, termina por difuminarse cualquier confianza depositada en esa variante del socialismo que es el ‘sanchismo’.
No, esta vez no corresponde hablar de un dirigente que se lo llevó calentito para casa. Resulta patético oír decir a Pedro Sánchez que «hasta esta mañana» había creído en la integridad de Santos Cerdán, como si una vez engrillado Cerdán, el Gobierno pudiera seguir airoso con su programa de transformaciones progresistas sin presupuesto, sostenido por socios menguantes.
Las grabaciones muestran una sociedad de tres hombres, donde dos son, o fueron, secretarios de Organización del PSOE, y el tercero es un tipo para encargos directos. Después de ganar la moción de censura contra Rajoy, motivada en la corrupción del PP, ya estaban Cerdán, Ábalos y Koldo haciendo de las suyas. En los audios, Koldo dice que lleva quince años trabajando para Cerdán. En aquel momento el hombre fuerte del Gobierno y del partido era Ábalos. Llegó a decir, con tono altanero, «otros están en la política de paso, yo vine a la política para quedarme y no me echa nadie». Cuando Ábalos cayó en desgracia, su papel lo empezó a jugar Santos Cerdán.
Tándem
Aunque en los gobiernos de Sánchez hubo muchas vicepresidentas, para los trabajos delicados siempre estuvieron Ábalos y Cerdán. Fueron los dos que formaron tándem con Sánchez. Cuando Delcy Rodríguez volaba hacia España, en Barajas no la recibía el ministro de Asuntos Exteriores ni el de Interior (su entrada en la Unión Europea estaba prohibida). Allí, para recoger las cuarenta maletas estaba Ábalos. Unos años después, Cerdán era el único dirigente del partido en que confiaba Pedro Sánchez para negociar en Suiza con Puigdemont. Una negociación insólita, que colocaba a España a la altura de las repúblicas bananeras, dio como principal fruto la Ley de Amnistía que Pumpido lavará en el Tribunal Constitucional.
A lo que voy. Las grabaciones de la UCO no sólo son la prueba de presuntos delitos de dirigentes concretos, sino que muestran el comportamiento habitual del aparato central del PSOE, en manos de Ábalos y Cerdán. No creo que los tres socios hicieran tropelías en las horas extra de la jornada, sino que su actuación, supuestamente extrajurídica, se amasaba también en las horas centrales del día. Llegados a este punto, encuentro una cierta analogía entre la «equis» que el juez Garzón puso en el vértice del organigrama de los GAL, con el interrogante que pende por encima de las cabezas de Cerdán y Ábalos. Dicho de una forma más directa: el juez tendrá que esclarecer si son empresarios autónomos o trabajaban por cuenta ajena ¿De quién?
Titánica
Desde una perspectiva política, al quedar abrasado Cerdán, desaparece, como por ensalmo, la posibilidad de replicar a las acusaciones de la Policía, los jueces y la oposición con el argumento del fango y del bulo. Unos días atrás, decía Bolaños con gesto indignado que la derecha atacaba a personas decentes, refiriéndose a Cerdán. Ahora ya sabemos que había una cadena comercial a lo largo y ancho de España dirigida a sacar fruto de adjudicaciones de contratos, a cambio de mordidas. Hay más asuntos delictivos, pero al tratarlos, hablaban tan bajo que no nos enteramos.
La tarea de Sánchez, ahora, es titánica, al tener que convencer a casi 50 millones de personas que entre los presuntos delincuentes y él hubo siempre un cortafuegos que los separaba. Ya empezó con Cerdán, dándole la espalda en el Congreso de los Diputados cuando ascendía por la escalera alfombrada. A su modo, en una escala distinta, fue lo que hizo Ábalos el año pasado cuando surgió el escándalo. Hacía mucho tiempo que no hablaba con Koldo García, según él. No funcionó. Sánchez lo tiene muy difícil porque, además de los españoles, tendrá que convencer al Tribunal Supremo.
Reubicar
A dos años de las elecciones generales, autonómicas y municipales todos los líderes territoriales del PSOE se tendrán que reubicar. A corto plazo, imagino que el primer movimiento lo hará Sánchez, cambiando la dirección del partido siete meses después de aprobarla en el 41 Congreso Federal del Partido Socialista. Tiene que hacer como que depura, para dar a entender que la parte que permanece está sana.
El líder no pasa por un buen momento. Cuando compareció en la pantalla para dar cuenta del comportamiento deleznable de Cerdán, puso la mueca del día que amagó con retirarse y cogió unas fechas con la agenda en blanco antes de confirmar que se quedaba. Se pone serio, pero no tiene el rictus ni la voz del sufrimiento.
Dentro del desastre que supone para el PSOE la publicitación de las andanzas de Cerdán, Ábalos y Koldo, en Asturias, Adriana Lastra puede sentirse satisfecha porque el tiempo le ha dado la razón. Mientras fue vicesecretaria general del PSOE y portavoz en el Congreso de los Diputados, la relación con Ábalos no era buena, pero con Cerdán era francamente mala. Llegó un momento en que en la sede sólo había sitio para uno de los dos y fue para Cerdán. Escuchadas las grabaciones se ve quien era el malo.