En la pasada huelga de la educación pública tuvo un especial protagonismo un grupo de directores de centros que plantearon un documento extenso con las mejoras que, a su entender, debería tener la educación. En pleno conflicto, cuando los sindicatos rompieron la negociación con el Principado (Gimena Llamedo, Guillermo Peláez), el grupo de directores -85 de los 400 centros que hay entre Infantil, Primaria y Secundaria- tomaron la decisión de dimitir en bloque. La medida no tenía precedentes y tuvo eco en toda España. El conflicto se solucionó por la vía de la negociación entre sindicatos y Principado, sin que los directores pudieran intervenir, pero es indudable que su actitud sirvió para presionar más al Gobierno de coalición de la izquierda, que ya estaba muy condicionado por la masiva movilización de las camisetas negras.

La respuesta administrativa a la dimisión les llega ahora: el Principado no acepta su renuncia, así que seguirán en su puesto. Pasaron solo unos días, pero la situación ha dado un vuelco. Principado y sindicatos han llegado a un pacto que incluye, además de mejoras salariales, el aumento de recursos humanos y la bajada de ratios, así como la posibilidad de agilizar las sustituciones en bajas por enfermedad y reducir los trámites burocráticos, entre otras medidas. Al frente de la Consejería de Educación está Eva Ledo, recibida por los directores con entusiasmo. Las propuestas de los directores están en el acuerdo alcanzado con los sindicatos o podrán discutirse con la cúpula de la Consejería. En definitiva, la dimisión ha perdido vigencia y Eva Ledo, dando muestras de cordura, la rechaza.

Supongo que la consejera se rodeará de un equipo de mayor nivel del que acompañó a Lydia Espina al ser nombrada consejera, en el anterior mandato. Digo esto porque más allá de aplicar el acuerdo que trajo la normalidad a los centros, creo que llegó el momento de plantearse las cuestiones de fondo que nunca se tocan en la educación pública. Hay un consenso del que participan políticos, sindicalistas y parte del profesorado que consiste en asumir acríticamente las nuevas tendencias de la educación cristalizadas en los desarrollos curriculares de la LOMLOE. Aunque el tema es amplio, voy a quedarme con dos asuntos: la disciplina en los centros (si les asusta la disciplina, cambiémosla por la convivencia en los centros) y la transmisión del conocimiento, objetivo último de todo proceso de enseñanza. Cuando faltan ambas se incurre en un fraude a la sociedad.