El Comité Autonómico de la FSA aprobó por unanimidad el acuerdo alcanzado por Javier Fernández y su equipo con IU. No había margen para la sorpresa, como así se ha demostrado. El PSOE es un grupo muy jerarquizado; si los máximos dirigentes del partido, que son a su vez los principales responsables en las instituciones autonómicas, toman una decisión, la dirección la respalda en bloque. Los socialistas juegan decididamente la carta del acuerdo con IU, como ya hicieron en la época del presidente Areces. Para ellos supone un mal menor, ante la imposibilidad de lograr la Presidencia sin firmar compromisos con ninguna fuerza, tal como pretendía Javier Fernández hasta que se encontró con la sorpresa del apoyo de los diputados de Foro a Mercedes Fernández. Ahora queda todo a la espera de conocer el resultado de la consulta a las bases de IU. En el caso de que los militantes de esta fuerza política rechacen el acuerdo firmado por sus dirigentes se entraría en un territorio desconocido, ya que la alianza de la izquierda quedaría quebrada y la Presidencia en manos de lo que hiciesen Podemos o Ciudadanos.
Javier Fernández ha insistido en la necesidad de cerrar la investidura del futuro presidente del Principado en los próximos días, porque según él no se puede seguir trabajando con un gobierno en funciones. Eso dicta la lógica, pero no estoy muy seguro que sea así en Asturias, por dos razones. Hace un mes, el Gobierno socialista aprobó un plan social de choque que beneficia a cerca de 2.500 familias, a través de una paga de 700 euros, y reforzó la dotación del salario social. En aquel momento a Javier Fernández le venía bien dar la imagen de gobernante muy preocupado por las cuestiones que afectan a los ciudadanos para engrasar la negociación con Podemos e IU, y no dudó en tomar decisiones que no encajan muy bien con el perfil de provisionalidad que tiene el Gobierno que preside. La segunda razón es más difícil de expresar porque proyecta una sombra de pesimismo sobre toda la legislatura y se puede resumir en pocas palabras: para no hacer nada da igual un gobierno en funciones que uno recién salido del Parlamento. Soy consciente de que el acuerdo con IU contiene medidas concretas, alguna de ellas largamente deseada por quien escribe estas líneas, pero es difícil sustraerse al resultado del pasado mandato: tres años para aumentar las deudas sin hacer nada. Para ese viaje no hacen falta investiduras.