La memoria se entrena como cualquier músculo, pero además de saberlo hay que practicarlo a diario.
Muchas personas se quejan de que están perdiendo memoria y se preocupan, cuando llega cierta edad, a partir de los cuarenta y cinco o cincuenta, si nota olvidos o despistes frecuentes. Otros comienzan a pensar si no estarán amenazados por el Alzheimer o la demencia.
En la mayoría de los casos no hay tal amenaza. Lo que ocurre es que no ponemos suficiente atención en lo que hacemos o lo dejamos para luego, pensando que después ya nos acordaremos.
Un método eficaz consiste en hacer las cosas de manera inmediata y si eso no es posible, apuntar nuestras tareas, si vemos que confiarlo a la memoria nos traiciona. Y, una vez apuntado, hacerlo cuanto antes.Todo ello favorece la memoria inmediata o a corto plazo.
En eso consiste el entrenamiento diario: en prestar atención a lo que se ha de hacer y hacerlo de inmediato, si se puede. Si no, apuntarlo y hacerlo cuanto antes.
Si no se presta atención intensamente y no se hace o no se apunta, uno se expone a olvidarlo y luego a preocuparse por estar perdiendo memoria, cuando lo que se pierde es la concentración. Si no hay concentración suficiente no pasará al archivo de la memoria y por tanto no hay olvido y por tanto no hay pérdida y si no hay pérdida no habrá motivo de preocupación.
Solo en caso de que a pesar de prestar atención, apuntar y hacer fallase estaríamos en camino de fallos de memoria que pueden presagiar más deterioro, pero no es lo habitual ni mucho menos.
Acabo como empecé: la memoria se entrena o se debe entrenar diariamente, sobre todo prestando muchas atención. Son muchos los frentes y los datos que hemos de manejar diariamente y por ello hay que entrenarse con asiduidad, prestando la debida atención visual y auditiva.